Tendencias lectoras (II)

Fotografía: Jasmin Whiscy 

David Santiago Tovilla

Revista 10. Número 308

La semana pasada se retomó, en este espacio, una encuesta sobre el consumo de libros impresos y digitales en España. Justo los días en que se dieron a conocer, en México, dos materiales similares. Primero, se difundió la “Primera Encuesta Nacional sobre Consumo de Medios Digitales y Lectura” de IBBY México y Banamex. Después, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes presentó su “Encuesta Nacional de Lectura y Escritura 2015-2018”.

En relación con el tema aquí planteado, en torno a la proporción libros digitales-impresos, el documento de CONACULTA señala: “La lectura de libros en formato digital presenta una evolución sin estridencias ni estallidos. Aunque para algunos géneros pueda serlo más que en otros, el paradigma digital no parece ser un paradigma de reemplazo, sino de acumulación. Del total de los encuestados, uno de cada seis cuenta, en su hogar, con libros digitales que no son manuales de textos escolares o de estudio. 

Entre ellos, la diferencia por género y nivel de educación se incrementa respecto de quienes poseen libros impresos. Poco más de una de cada 10 personas descarga libros digitales, principalmente libros de política, novelas, idiomas, cine, arte y ciencias. Los usuarios principales son los jóvenes de entre 18 y 30 años y, en particular, los ciudadanos de los grandes centros urbanos. Esta situación podría ser una nueva evidencia de que la brecha generacional y espacial (ciudad-ruralidad) aún subsiste a pesar de la mejora en el acceso a internet y en la tasa de alfabetización digital-mediática”.

La interpretación de los datos a cargo de de Roberto Icaza, agrega: “El paradigma digital atraviesa la práctica de la lectura de modos diversos. Más allá́ de que 13% de los encuestados informa leer exclusivamente en soporte digital o en ambos soportes, las prácticas asociadas a la lectura y escritura están cada vez más asociadas al uso de internet. Entre quienes usan internet, más de la mitad del universo encuestado, la amplia mayoría de las actividades que declaran implican competencias de lectura y escritura. 

Si bien sólo alrededor de 10% lee libros en internet y cerca de 6% lee otros tipos de materiales en la web, “participar en redes sociales”, una actividad en crecimiento entre los usuarios, supone entrecruzar prácticas de lectura y prácticas de escritura, aunque éstas puedan ser de una naturaleza distinta, menos intensivas o con mayor alternancia que la lectura y la escritura en escenarios tradicionales. Si se trata de buscar información, conversar (chat) o usar el correo electrónico, las actividades de lectura y escritura serán más intermitentes que cuando se trata de estudiar o trabajar, actividades que siguen en orden de importancia a las búsquedas y al intercambio comunicacional, entre las actividades más frecuentes. Por otra parte, una de cada cuatro personas declara escribir en internet y 12% de los lectores usan las redes sociales para “compartir la lectura”.

La encuesta de CONACULTA tuvo gran presencia en los medios de comunicación. El trabajo de BANAMEX no tanto. Sin embargo, es más específica para la reflexión que nos ocupa. Sus conclusiones son las siguientes:

“Los jóvenes de zonas urbanas del país son un sector que presenta una alta tasa de penetración del internet, ya que 87% es usuario, lo que implica un 33% más que la media nacional (54% del total de la población de acuerdo a la encuesta de Hábitos de uso de Internet de AMIPCI 2015).

“Si bien los medios digitales son utilizados en mayor medida para la comunicación interpersonal (chats) y la convivencia en redes sociales, cerca de la mitad de la población joven además encuentra en el internet el medio para investigar sobre temas de su interés, informarse de lo que acontece y 3 de cada 10 para leer libros, lo que indica que la practica de la lectura en medios digitales es bastante frecuente.

“En el caso de los universitarios, los medios digitales, además de ser una herramienta muy relevante para sus actividades académicas, suponen una plataforma de acercamiento a la investigación y la lectura de temas de interés personal y de contenidos noticiosos, además de que 4 de cada 10 acostumbra leer libros en línea.

“De acuerdo con estos datos, la educación superior es una variable que incide positivamente en el acercamiento a la lectura y a una mayor diversificación en el uso de medios digitales.

“Si bien los medios digitales representan un sinfín de oportunidades para la adquisición de conocimiento, resolución de problemas, entretenimiento y el acercamiento gozoso a la lectura, alrededor de la mitad de los jóvenes tiene un uso muy elemental de estos medios en tanto que se restringe a las redes sociales y la comunicación interpersonal.

“Una hipótesis que puede plantearse de este hallazgo es que la mayoría de los jóvenes tiene acceso a internet a través del Smartphone, un dispositivo que si bien es multifuncional pudiera desestimular la lectura de contenidos extensos. Este tema supone una línea de investigación para indagar al respecto.

“También es probable que la popularidad de este dispositivo digital esté modificando los hábitos de consumo de información y lectura de los jóvenes, cada vez más acostumbrados a contenidos muy breves y mucho más visuales y diversificados, además de tener un uso más acotado del internet como medio de entretenimiento y relacionamiento social.

“Por otra parte, el tener acceso a una gran cantidad de contenidos en periodos muy breves y realizar diferentes actividades a la par, podrían estar afectando los niveles de atención.

“Asimismo, hay que recordar que el estudio antropológico dejó claro el apego emocional que tienen los jóvenes hacia su teléfono, por lo que se puede inferir que su valoración reside en que satisface diferentes necesidades, es personal y de muy fácil acceso.

“No obstante el crecimiento de los medios digitales, la lectura de libros impresos sigue teniendo un peso muy importante entre los jóvenes, pues dos terceras partes acostumbran leer libros en este formato, porcentaje que es más elevado entre universitarios, mientras que la lectura de libros en formato digital alcanza a alrededor de la mitad de los jóvenes, lo que supone que hay una convivencia de ambos formatos, aunque satisfacen necesidades diferentes.

“En el caso de los medios digitales es claro que responden en mayor medida a necesidades funcionales y a la lectura de contenidos más cortos. Entre los hábitos más marcados de lectura por iniciativa propia se observa una preferencia por leer noticias, artículos o blogs, tips, reseñas y tutoriales, es decir, contenidos de formato corto que se leen en gran volumen y principalmente en digital.

“Por el contrario, la lectura impresa está más asociada a la educación formal y a la literatura. El consumo de contenidos literarios alcanza a por lo menos una tercera parte de los jóvenes, quienes expresan preferencias por el género de la novela en mayor medida que la poesía o el cuento.

“Asimismo, el acceso a libros en formato digital es principalmente de forma gratuita a través de internet, mientras que los impresos se compran en mayor medida y principalmente nuevos.

“El uso de bibliotecas digitales es limitado, aunque está más popularizado entre los universitarios, quienes se suscriben a estos espacios a través de sus escuelas, por lo que se puede pensar que los contenidos que se consumen en estos espacios son de un corte más académico que de lectura por elección.

“Aunque existe una gran dispersión de intereses sobre las temáticas, sobresalen la ciencia ficción y el suspenso; se observa poco acercamiento al ensayo como una lectura de interés personal.

“Los datos encontrados echan por tierra dos afirmaciones que se hacen constantemente al abordar el tema de la cultura lectora en nuestro país. La primera se refiere a que los mexicanos no leen, porque tradicionalmente la métrica para esta afirmación se basa en el número de libros o ejemplares de materiales de lectura que se consumen; las encuestas realizadas dejan ver con claridad que actualmente el consumo de materiales de lectura es una práctica cotidiana entre los jóvenes, quienes tienen ahora una mayor capacidad de elección de sus contenidos con base en sus intereses, pero que probablemente son contenidos más efímeros y más breves.

“La segunda afirmación tiene que ver con la idea de que en el país se lee más por obligación que por gusto; los resultados del estudio indican que indistintamente de la ocupación de los jóvenes, hay un mayor acercamiento a la lectura por elección propia, puesto que la lectura no está concebida únicamente como el consumo de libros o de contenidos literarios. Estos hallazgos nos llevan al replanteamiento de los conceptos de “lector” y de “lectura”.

“Finalmente, las encuestas con jóvenes en general y universitarios dejan ver el mundo digital representa una oportunidad para el acercamiento a la lectura, así́ como la relevancia que tienen los padres de familia y los maestros como influenciadores en su promoción; también se observa que los jóvenes tienden a identificarse en mayor medida con los intereses de sus pares, por lo que las estrategias de promoción deben considerar la participación de promotores jóvenes”.

Aquí están dos herramientas recientes, de este mismo mes de noviembre, que permite dar bases para cualquier debate y una posición documentada. Como se decía en la primera parte de esta colaboración: el uso del libro digital y el impreso tienen funciones complementarias y diferentes entre sí. Las encuestas lo reflejan.