El delito asÃ́ se convierte en una exigencia, en una amenaza, en un mensaje encubierto y en un espectáculo. Todo muy parecido al teatro, porque el terrorismo es un teatro con mensaje” apunta Luis Veres, de la Universidad de Valencia en la ponencia “IconografÃa y culto a la representación: terrorismo y comunicación”, en el Libro de Actas del Primer Congreso Internacional de Ética de la Comunicación.
Imposible dejar de recordar, pensar y citar este lúcido trabajo ante los sucesos en ParÃs y, un poco antes, el derribo de un avión ruso que asesinó a doscientas veinticuatro personas. En el siglo XXI, la actividad terrorista ha superado todos los antecedentes. Ahora, el asesinato es cuantitativo, masivo, proporcional a un mundo más comunicado. Todo su actuar es escénico, mediático, potenciando con el uso de las redes sociales. Recuérdense aquellos videos de las decapitaciones subidas a YouTube, comentados en septiembre de 2014 (Revista 10. Número 249).
El texto de Luis Veres indica que el teatral del terrorismo no es casual: “Los terroristas son tremendamente conscientes de la significación de sus acciones. Es curioso que los propios terroristas son conscientes del impacto mediático que deben tener sus crÃmenes.
Imposible dejar de recordar, pensar y citar este lúcido trabajo ante los sucesos en ParÃs y, un poco antes, el derribo de un avión ruso que asesinó a doscientas veinticuatro personas. En el siglo XXI, la actividad terrorista ha superado todos los antecedentes. Ahora, el asesinato es cuantitativo, masivo, proporcional a un mundo más comunicado. Todo su actuar es escénico, mediático, potenciando con el uso de las redes sociales. Recuérdense aquellos videos de las decapitaciones subidas a YouTube, comentados en septiembre de 2014 (Revista 10. Número 249).
El texto de Luis Veres indica que el teatral del terrorismo no es casual: “Los terroristas son tremendamente conscientes de la significación de sus acciones. Es curioso que los propios terroristas son conscientes del impacto mediático que deben tener sus crÃmenes.
Hay que tener en cuenta que en muchos grupos sus responsables no son personas ignorantes, criminales marginados, sino personas con estudios superiores, algunos incluso especializados en publicidad, incluso conocedores de la semiótica (ciencia que estudia los diferentes sistemas de signos que permiten la comunicación entre individuos, sus modos de producción, de funcionamiento y de recepción)”.
La lógica del terrorismo permanece inalterable. El fondo es el mismo. La forma, ahora, es más espectacular, terrible. Van por decenas y cientos. Generan rÃos de sangre: “Los grupos terroristas, como se puede observar son conscientes de que el terrorismo en sí mismo es una noticia de carácter polÃtico que se distancia mucho de cualquier otro delito.
La lógica del terrorismo permanece inalterable. El fondo es el mismo. La forma, ahora, es más espectacular, terrible. Van por decenas y cientos. Generan rÃos de sangre: “Los grupos terroristas, como se puede observar son conscientes de que el terrorismo en sí mismo es una noticia de carácter polÃtico que se distancia mucho de cualquier otro delito.
Dicha diferencia radica en sus vinculaciones polÃticas. Como señalaba Roland Barthes, al hablar del asesinato, “si es polÃtico, es una información, si no lo es, es un suceso”, porque el asesinato polÃtico necesita un campo de definición y de reflexión mucho más amplio que el del simple crimen. Una nueva esfera de significación, por tanto, aúna nuevos sentidos al significado primario del crimen en sí, esfera formada por el contexto social e histórico, por la situación del conflicto y sus protagonistas, por sus antecedentes y sus consecuencias.
"Todo ello está ausente en el asesinato del delincuente ordinario, porque el terrorismo supone una entidad mucho más compleja, un conglomerado humano cuyas pretensiones consisten en distanciar al ciudadano del ritmo y la marcha del Estado, en alejar al hombre de cualquier lógica y de cualquier meta que sea ajena al propio grupo terrorista."
Luis Veres consigna aquel referente histórico: “el acontecimiento que llevó finalmente al terrorismo internacional a fijar su atención en la atracción que podÃan suscitar en los medios de comunicación fue el atentado en los Juegos OlÃmpicos de Múnich. Este suceso dio comienzo en la madrugada del 5 de septiembre de 1972. Poco antes de las cinco de la mañana ocho encapuchados pertenecientes a una facción de la OLP denominada Septiembre Negro (OSN) entraron en los dormitorios de los atletas olÃmpicos de la delegación de Israel. Fueron asesinados dos de ellos y se tomaron como rehenes otros nueve.
"La policÃa rodeó el lugar. Las exigencias de los terroristas consistÃan en la liberación de doscientos treinta y seis presos palestinos en cárceles israelÃes y, además la liberación de cinco presos alemanes entre los que se encontraban los renombrados Andreas Baader y Ulrike Meinhof, fundadores del grupo terrorista alemán Fracción del ejército Rojo. También exigÃan ser trasladados a cualquier paÃs árabe, excepto a Jordania o LÃbano. Después de una intensa negociación de quince horas, se acordó́ que los terroristas, junto a sus rehenes, serÃan trasladados en dos helicópteros a la base alemana de Fürstenfeldbruck. De allÃ́ un avión los conducirÃa a El Cairo, en donde se pretendÃa realizar el intercambio de presos y rehenes.
"Desde la capital egipcia, los terroristas podrÃan desplazarse adonde quisieran. A las 10.35 de la noche, al llegar a la base militar alemana, dos terroristas se aproximaron al avión elegido por la policÃa. Se produjo un tiroteo en el que fueron abatidos tres terroristas. Sus compañeros, en medio de la confusión, viéndose traicionados por la policÃa, comenzaron a matar rehenes. Después llegó el silencio y una larga espera. A la 1.30 de la madrugada, el resto de terroristas se rindió́ y fueron detenidos. HabÃan matado a todos los rehenes y a un policÃa alemán. Aparentemente, los terroristas habÃan fracasado, pero ya se sabe que tras la apariencia muchas veces se sitúa la verdad.
"Y en Múnich no sucedió́ otra cosa, porque Septiembre Negro consiguió́ durante muchas horas llenar las parrillas televisivas con una audiencia muy superior al resto de noticias emitidas en ese espacio de tiempo: cuatro mil periodistas de prensa y radio y dos mil reporteros de televisión que se habÃan desplazado a Múnich para cubrir el acontecimiento olÃmpico, no informaron sobre los juegos, sino sobre las operaciones de Septiembre Negro. Se calcula que la cuarta parte de la población mundial se enteró de estos hechos.”
Si en 1972, todo el mundo se enteró del asesinato de diecisiete atletas, es de imaginarse la difusión que tiene, en la actualidad, un ataque en pleno centro de una de las ciudades capital más visitada del orbe para ultimar a más de cien personas. Los yihadistas lograron su objetivo: ser el centro de toda la atención, a través de cualquiera de los actuales soportes tecnológicos y durante varios dÃas. En México, como el ataque fue en fin de semana largo, el lunes siguiente los noticieros dieron a conocer los pormenores como si acabaran de ocurrir.
Si en 1972, todo el mundo se enteró del asesinato de diecisiete atletas, es de imaginarse la difusión que tiene, en la actualidad, un ataque en pleno centro de una de las ciudades capital más visitada del orbe para ultimar a más de cien personas. Los yihadistas lograron su objetivo: ser el centro de toda la atención, a través de cualquiera de los actuales soportes tecnológicos y durante varios dÃas. En México, como el ataque fue en fin de semana largo, el lunes siguiente los noticieros dieron a conocer los pormenores como si acabaran de ocurrir.
Esta dependencia del terrorismo de la difusión mediática es el punto nodal señalado por Luis Veres: “En realidad, lo que sí parece evidente es que el terrorismo guarda una estrecha relación con los medios de comunicación y el peligro de esa estrecha relación, que medios de comunicación y terrorismo mantienen, es la certeza de que ese vÃnculo supone una especie de “simbiosis”, ya que, si bien los terroristas encuentran en los medios el eco deseado para propagar su denominación o su propio mensaje, los terroristas proporcionan, a su vez, el espectáculo que los periodistas necesitan para satisfacer a la audiencia. Wilkinson ha señalado que “cuanto más horribles los crÃmenes de los terroristas, mayores serán los titulares”.
Esta dependencia ha conducido a algunos teóricos a afirmar que, si no existiesen los medios de comunicación, no existirÃa el terrorismo, ya que “si no hubiera medios masivos, no se producirÃan esos actos destinados a ser noticia”. Marshall McLuhan es mucho más tajante cuando afirma que “sin comunicación no habrÃa terrorismo”, lo cual les lleva a pensar que el terrorismo es algo consustancial al mundo moderno.
"Y algo de verdad hay en estas afirmaciones cuando uno se para a pensar en el hecho de que el 11 de septiembre existió́ para que pudiera ser visto por televisión. La crudeza de los hechos todavÃa nos horrorizan y nos fascinan, pues la violencia también atrae. Nunca los terroristas de Al Qaeda habrÃan perpetrado semejante crimen para que pudiera ser visto únicamente en los alrededores de Manhattan, sino que su repercusión venÃa dada por su aparición en los medios.”
Hoy, con la inmediatez y omnipresencia de las redes sociales, el impacto terrorista es efectivo. Desde luego, que las supuestas razones religiosas o polÃticas, son sólo una narrativa que forma parte de este teatro. La realidad es que, por encima de todo, a los terroristas sólo puede juzgárseles por sus acciones. Quienes comenten asesinatos no son más que asesinos.
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