“En los países en desarrollo son más los hogares que poseen un teléfono móvil que los que tienen acceso a electricidad o a agua limpia, y casi el 70 % de los que se encuentran en el quintil más bajo de la escala económica de esos países posee un teléfono móvil. En promedio, 8 de cada 10 personas del mundo en desarrollo posee un teléfono móvil” dice el Informe sobre el desarrollo mundial 2016, denominando “Dividendos digitales”, del Banco Mundial, presentado en enero de este año.
El móvil ha desplazado a la telefonía fija y establecido nuevas formas de consumo cultural. Es el medio de comunicación del siglo XXI. Los medios tradicionales han quedado relegados y se ha impuesto la dinámica del instante. Quien desee desarrollar cualquier tipo de mensaje debe plantearse esta consideración. El móvil es, hoy, todo. Incluso el principal medio de visitas a los sitios de videos sexuales.
La encuesta sexual 2016 de Pornhub revela que el tráfico en internet se realiza ya, en su mayoría, desde los móviles. El 52.9% de los consumidores lo hace desde el teléfono celular; el 36.3% desde la computadora; y, el 10.8% en las tabletas. Esto es el promedio general. En la estadística por país, México alcanza: el 60% en celulares; 30% computadoras y 10% tabletas. Llama la atención que España es el único país del mundo en que el acceso al sexo, desde los móviles, disminuyó un 8%. Sus datos son: 38% móvil, 50% computadoras y 11% tabletas. Este documento, también divulgado a principios de año da idea del cambio en los mecanismos de adquisición, intercambio y circulación de información que coloca al móvil a la cabeza de todo.
El gran Umberto Eco, escribió un poco antes de su fallecimiento un artículo en el diario italiano L’Espresso: “El teléfono celular y la Reina Malvada”, reproducido en español por la Revista Ñ: “Recientemente, caminaba por la calle cuando vi a una mujer que se me acercaba. Su rostro estaba pegado a su teléfono celular y no veía por dónde iba. Si yo no me hacía a un lado, chocaríamos. Como en secreto soy una persona malvada, me detuve de golpe y me di la vuelta.
La dama chocó con mi espalda dejando caer su teléfono. Rápidamente se dio cuenta de que se había topado con alguien que no podía haberla visto y que ella debería haber sido quien se apartara. Balbuceó una excusa, mientras yo amablemente le decía que no se preocupara porque estas cosas pasan todo el tiempo en estos días.
“Espero que el teléfono de la mujer se rompiera cuando lo dejó caer y aconsejo a quienes se encuentren en situaciones similares que se comporten como yo lo hice. Por supuesto, pienso que los usuarios compulsivos de teléfonos deben ser estrangulados al nacer, pero no todos los días hay un Herodes. Y aun cuando castiguemos a estas personas en su edad adulta, probablemente nunca comprenderán las profundidades del abismo en el cual han caído. Al final, persistirán en su molesto hábito sin importar lo que nosotros hagamos.
“Estoy muy consciente de que se ha escrito mucho ya sobre el uso de los teléfonos celulares, así que no hay mucho que yo pueda añadir aquí. Pero si pensamos en ello con claridad por un momento, simplemente es asombroso que casi todos hayamos caído presa del mismo frenesí. Apenas sostenemos ya conversaciones cara a cara; ni reflexionamos sobre los temas apremiantes de la vida y la muerte, o siquiera vemos hacia el campo cuando pasa frente a nuestra ventanilla.
“Estoy muy consciente de que se ha escrito mucho ya sobre el uso de los teléfonos celulares, así que no hay mucho que yo pueda añadir aquí. Pero si pensamos en ello con claridad por un momento, simplemente es asombroso que casi todos hayamos caído presa del mismo frenesí. Apenas sostenemos ya conversaciones cara a cara; ni reflexionamos sobre los temas apremiantes de la vida y la muerte, o siquiera vemos hacia el campo cuando pasa frente a nuestra ventanilla.
En vez de ello, hablamos obsesivamente en nuestros teléfonos celulares, rara vez sobre algo particularmente urgente, mientras malgastamos la vida en un diálogo con alguien a quien ni siquiera podemos ver”. Eco era de los brillantes intelectuales que cuestionan, alarman del derroche de la vida en distracciones, futilidades, apariencias.
Como en todo, no es el objeto en sí el que determina su uso. Ninguna tecnología o avance técnico es, en esencia, negativo. Recuérdese que la admirable fotógrafa alemana Leni Riefenstahl logró recuperar en imágenes la majestuosidad bélica del régimen nazi. Su virtud cinematográfica fue usada, después, como elemento central de la maquinaria propagandística fascista.
Como en todo, no es el objeto en sí el que determina su uso. Ninguna tecnología o avance técnico es, en esencia, negativo. Recuérdese que la admirable fotógrafa alemana Leni Riefenstahl logró recuperar en imágenes la majestuosidad bélica del régimen nazi. Su virtud cinematográfica fue usada, después, como elemento central de la maquinaria propagandística fascista.
Así, son los seres humanos quienes emplean determinado producto para uno u otro fin. Es el caso de los móviles, en esta época. Son las personas quienes deciden qué es y no su teléfono celular: medio de comunicación o adicción; herramienta o arma; instrumento para la productividad o la evasión; la libertad de movimiento o la esclavitud de pensamiento.
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