Trampa para un gato


David Santiago Tovilla

Revista 10. Número 327

Hay episodios de la historia de la propaganda política que merecen siempre ser recordados. A uno de éstos se refiere la película Trampa para un gato de Manuel de Pedro. No se trata de un gran producto cinematográfico: más bien es ordinario. Su mérito reside en recuperar la importancia que tuvo la radio en tiempos de la insurgencia salvadoreña.

Trampa para un gato es una producción de 1994. No se consigue con facilidad, pero en YouTube existe una copia de una transmisión de Telesur. Su calidad es deficiente pero sí permite conocer la parte de la memoria insurgente, planteada en hora y cuarto.

Lo central es la apuesta por una radio que transmitió en frecuencia modulada y onda corta para romper el cerco informativo y hacer política internacional. El resultado fue Radio Venceremos una estación que transmitía desde los frentes de combate de El Salvador. La cinta da cuenta cómo la emisora clandestina se convirtió en un objetivo central para las dos partes en conflicto. Por una parte, una obsesión gubernamental por silenciar un instrumento que levantaba la moral de la guerrilla y minaba la del ejército regular. 

Por parte del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional un mensaje de la fortaleza y hasta de la existencia misma de la milicia. La vida o la muerte asociadas a un medio de comunicación alternativo, como no hubo otro en América Latina. La batalla en el plano simbólico que formar parte de una visión estratégica que no siempre se atiende y entiende. Como bien dice Javier Sánchez Galicia: “La comunicación política es, antes que nada, un trabajo político y debe ajustarse a sus mismas reglas. 

Cuando se toman decisiones de tipo comunicacional en la actividad política, se actúa políticamente: todo error de comunicación en la política debe ser considerado como un error político. Consecuencia y efecto son, sin duda alguna, problemas políticos que exigen decisiones políticas”. Por eso, Trampa para un gato muestra las consecutivas decisiones de la comandancia para preservar el transmisor o su restitución; al tiempo de poner a salvo al equipo humano que hacía posible a Radio Venceremos.

La experiencia comunicacional insurgente deja, además, el exitoso uso de la música popular. La clave está en no perder la calidad musical al involucrar a los cantautores. No como ocurre en las campañas políticas mexicanas que dan risa al ser remedos o malas copias de melodías populares.

Ahí está el disco Guitarra armada del Frente Sandinista de Liberación Nacional, organización nicaragüense y hermana de la salvadoreña, que, de manera didáctica, explicaba el uso de los explosivos y las armas con un lenguaje divertido, dinámico, asequible. Estas experiencias son parte del patrimonio de la propaganda política y no deben dejar perderse, como bien lo hace Trampa para un gato.

Tampoco está de más recordar eso que marcó al pueblo salvadoreño que, ahora, mantiene en el poder, por la vía electoral, al FMLN: el asesinato del obispo Romero; la práctica de exterminio de comunidades enteras como la masacre de El Mozote; las órdenes de la jerarquía militar de asesinar a todos, aún se tratarán de familiares propios de los soldados salvadoreños.

En síntesis, más por la memoria que por su realización cinematográfica y por rescatar la gran experiencia de Radio Venceremos, es bueno recordar a Trampa para un gato.