La mayor congregación temporal de obra artística mexicana en el país se expone en el MACAY

DAVID SANTIAGO TOVILLA

La muestra con mayor número de expositores, con más tendencias reunidas, con mayor diversidad generacional, con incomparable representatividad del arte plástico mexicano, con pluralidad de técnicas, con carácter temporal, se inauguró el viernes 4 de agosto en el Museo Fernando García Ponce-MACAY y permanecerá hasta el 1 de noviembre.

De acuerdo con Rafael Pérez y Pérez, Subdirector del Museo de Arte de la Secretaría de Hacienda, en estos momentos no existe en el país otra exposición que se iguale a la instalada en el MACAY: “Fuera de exposiciones permanentes y museos específicos considero que no existe algo que se le iguale”.


Con la denominación Acervos artísticos de la nación en custodia de la SHCP, se presenta parte del material que posee el Museo de Arte de la SHCP, constituido tanto por el programa pago en especie como donaciones de los artistas.

El recorrido por las salas dedicadas a esta exposición constituye una síntesis de la plástica mexicana. En efecto, nombres que se han visto en uno y otro lado, aquí concurren. Se ha cuidado de no incurrir en la abundancia y optar por la presencia. Es como un catálogo básico de las expresiones del arte en México. No exhaustivo sino esencial. 

En algunos autores, se observan las tendencias temáticas o los motivos plásticos que los hicieron famosos; otros, se apartan de sus encasillamientos populares y se presentan otras incursiones. Es el caso de David Alfaro Siqueiros, de quien se ha difundido hasta la saciedad su contribución al muralismo mexicano. En esta ocasión, el Siqueiros es “Inmolación”, un cuadro vertical con una combinación de colores, de la última etapa productiva del pintor. Pero así como se encuentra a un muralista que ensaya lo abstracto, se ve a un vanguardista y que descompone sus objetos en figuras geométricas como Rufino Tamayo en acudir un poco más a lo figurativo en “La Venus fotogénica”.


Hay que detenerse en el cuadro de Diego Rivera: “Lucila y los judas”. Es un registro de un tiempo en el estudio del artista. Uno de los judas porta un cartel con una frase en inglés y español: “Se suplica no fumar”. Otros, son muñecos asociados a leyendas populares mexicanas: la calavera, el diablo. Figuras prehispánicas en una mesa. En primer plano una modelo recostada en evidente relajamiento. 

Es una evidente apropiación erótica del pintor: el escote desarreglado a modo de ver las líneas del brasier; los botones finales de la prenda desabrochados; el cinturón suelto; en general el vestido un poco arrugado. Las piernas cruzadas no impiden dar la idea como de alguien que ha vivido el placer sexual: sus pies están en medio de los de un judas descarnado situado en el extremo opuesto. La lubricidad de Rivera en su mejor expresión.


Nombres, cuadros, técnicas. Paisaje de Zalce, desnudos de Juan Soriano, el explícito  Francisco Corzas, la sugerencia de Irma Palacios, el cuerpo femenino estilizado por Ricardo Martínez, las mutilaciones de Jorge Marín, las metáforas de Miguel Carrillo.  Cuevas, Anguiano, Gironella, Toledo, Felguérez, Coen, entre noventa y ocho autores y ciento catorce piezas.

Acervos artísticos de la nación en custodia de la SHCP amerita:

  • tiempo para cubrir con dedicación cinco salas de obra intensa,
  • apacibilidad para entrar en diálogo interno con las obras,
  • actitud para tomar un rápido curso de obra plástica mexicana,
  • sensibilidad para interactuar con este universo pletórico de elementos.