DAVID SANTIAGO TOVILLA
Mácula Lútea, de Boris Viskin, constituye una extensa reflexión en torno al arte. Es un ejercicio indagatorio que combina técnicas y modos de expresión con el legado gráfico de Ad Reinhardt. Un diálogo entre un artista mexicano y la mordacidad de uno de los primeros impulsores del arte conceptual. Una invitación a plantearse cómo resolvería el espectador todas las preguntas ahí formuladas. Es una exposición que estimula a detenerse, por mucho, en cada cuadro para reflexionar junto con ellos. Es la exposición recién inaugurada en Lux Perpetua Art Centre.
La originalidad y creatividad de Viskin está consignada, también, en un inusual catálogo de la muestra. Junto con la galería, decidieron que no fuera el folleto tradicional. Boris ha preparado una caja estética que permite casi llevarse una porción de la exposición a casa. Reproducciones, carteles, que permiten apreciar apropiadamente los constituyentes del hecho artístico.
Mácula Lútea recibe con un cuadro minimalista. “Cómo ver el espacio”. Simétricos rectángulos, delineados en negro y pintados en blanco. La perspectiva de una escalera. Plantear un área sin llenar sería la negación misma del artista. Su trabajo es expresarse, consignar un mundo: el suyo, por lo tanto, su espacio es la casa del arte.
Le sigue un trabajo en donde la cera, principal material de la exposición, tiene su mejor expresión. Está ahí para admirar su colorido. Su capacidad para revelar y no. Entrever las formas, siluetas bajo ella. Apreciar su consistencia, su tonalidad ambarina. Un pigmento no inventado o generado por la industria sino un elemento en su naturalidad permutado en obra plástica.
Más adelante: “Cómo ver la chácharra del arte”. Aquí hay una variante del planteamiento anterior. Deja ver más de la historia subyacente. Sí, la cera, pero afectada por la presencia del artista.: como rasgada para evidenciar su textura y maleabilidad.
En el centro de Mácula Lútea un cuadro memorable. Un árbol cuya frondosidad traspasa el contorno de un primer cuadro que le quiere constreñir. Es inmenso y se pueden ver hasta sus raíces. En están los nombres de: Posada, Frida, María Izquierdo, Hermenegildo Bustos. En el tronco, más nombres: Orozco, Siqueiros, Rivera. En las ramas: Gironella, García Ponce, Aceves Navarro, Escobedo, Toledo, Tamayo.
La espesura del enorme ente la conforman infinidad de nombres de artistas posteriores a los últimos mencionados. Las palabras tienen un enorme peso para el significado, pero tienen la virtud que el Viskin las ha sabido convertir en un recurso plástico para esta singular creación. Para decir: el arte es de todos en donde todos estamos y aportamos algo. Él, un artista contemporáneo que sabe darle el lugar a los otros. Y son dos figuras: la de un homenaje de Boris al arte hecho en México, encima de la plantilla de Ad Reinhardt que atisba al arte universal: Braque, Matisse, Picasso, alcanza a leerse. Gran composición que, con seguridad, estará vendida antes de concluir la exposición, a finales de noviembre.
Así, cada cuadro una afirmación o interrogación, como quiera asumirse, para “El negocio del Arte”, “Arte cubista”, “Arte (abstracto) puro”, “Como ver a un artista”, “Cómo ver las cosas”.
Lux Perpetua Art Centre, como siempre, suma un acierto en su apuesta por acompañar al público de la península en la búsqueda de cómo ver el arte contemporáneo…
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