DAVID SANTIAGO TOVILLA
El 4 de mayo se estrenó la serie Diablo Guardián, basada en el exitoso libro del escritor mexicano Xavier Velasco. La plataforma de salida es Prime Video, un nuevo servicio de audiovisuales bajo demanda en México. El primer capítulo puede verse de manera gratuita; los siguientes requieren pago.
Diablo Guardián es un clásico contemporáneo. Por lo tanto, generó expectativa y los empresarios no tuvieron duda en ser su carta de presentación para su ingreso al país. Sabían que la serie de referentes culturales incluidos en la novela conectaría con públicos diversos.
Pudieron hacer un buen producto, equilibrado, que recuperara la riqueza vital del texto de Velasco, sobre la que se montan las anécdotas: el lenguaje. Sin embargo, éste está ausente. Es como acudir a un jaripeo sui géneris en donde se han eliminan los potros o novillos y sólo los jinetes se presentan al espectáculo. Eso sería, desde cualquier ángulo, un engaño.
Del mismo modo, la serie estrenada ha minimizado la columna vertebral de la obra: la destreza verbal para describir, calificar, situar cada acontecimiento. Le han despojado de su esencia para reducirla a una suma de acciones contenidas en el libro. Este trabajo sólo presenta a una muchachilla insatisfecha con su situación que escapa de su casa con un dinero y vive de todo a partir de un viaje a los Estados Unidos. Así, sin más. Fiel a su soporte, es una serie de acción con escenas de sexo y drogas. Es todo. Es necesario decirlo porque va a pasar a la historia como un de los mejores ejemplos de cómo banalizar un extraordinario libro.
Así, es necesario orientar: si se quiere ver la serie, véase como una de tantas que tiene algo de conexión con nombres, personajes y momentos del libro de Xavier Velasco. Pero nada tiene que ver con ese monumento literario llamado Diablo Guardián cuya lectura es, ahora, mucho más obligada por esta trivialización que le han hecho.
El personaje femenino central del libro, Violetta, no es lo que hace. Violetta es a través de sus actos pero con sus giros lingüísticos, su concepción inmediatista de la vida, su desparpajo e irreverencia: “Una mujer se vuelve mágica cuando las circunstancias la obligan a hacer magia”, “Sólo hay algo mejor que gastar el dinero: contarlo.
Porque sólo lo gastas una vez, pero puedes contarlo todas las que quieras, y decir: Es mío”, “Los senos son como el dinero, ninguno acepta que los necesita pero ninguno deja de pensar en ellos. Una mujer con el escote en su lugar tiene todas las armas para mover al mundo”, “Si vendes ilusiones consigues lo que quieras, la onda es que dejes al cliente contento”, “Hay cosas que no dices nunca, ni frente al puro espejo, ni a solas, ni a oscuras”. Violetta sin esos razonamientos, motivaciones, sentido práctico y circunstancial, no es ella. Es una chica de aventuras intensas y ya. La serie, se insiste, es lo que se limitó a presentar.
El libro Diablo Guardián gusta, provoca, cuestiona, ironiza, expone a través de la narración en primera persona de una chica que resuelve cada día del modo que se le presenta. Violetta es un personaje imborrable tras la lectura del volumen. Se queda con sus momentos de alegría, frustraciones, explicaciones, inocencias, audacias, prejuicios.
Desde la primera persona, no deja elemento suelto de sí, su pensamiento, origen, motivos, repercusiones de todas sus acciones. Toda la novela es humor, revisión solaz, agudeza. El autor hace lo que los artesanos en esos barquitos encerrados en una botella de cristal para apreciarlos en todas sus partes.
Ahí están: las frustraciones, el bajo nivel educativo, el nulo consumo cultural, la aspiración al dinero fácil, las actitudes compulsivas y la negativa a la previsión, el cultivo de las apariencias, el engaño de ser lo que no, el disfraz en sustitución de un verdadero cambio, los corrupción como hábito social. El ingenio de Velasco es decirlo desde la literatura, sin el menor asomo de otras disciplinas, con una excepcional elaboración de un idiolecto o forma única de hablar para Violetta.
La serie con el título Diablo Guardián, con dificultad, puede verse hasta el cuarto capítulo. Limitada a una serie de anécdotas termina por ser una de ellas, en su irrelevancia. No hay que perder el tiempo: mejor debe leerse o releerse la novela.
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