DAVID SANTIAGO TOVILLA
En el mes de julio, en el Centro Cultural Olimpo, de Mérida, se instaló la exposición Modos de ver. Emana de una colaboración con el Museo de Arte Carrillo Gil. Dentro de los trabajos presentados, llaman la atención los audiovisuales que recrean la vivencia. Materiales que recrean momentos creativos, combaten lo efÃmero y plantean la utilidad de usar las herramientas audiovisuales y su lenguaje para una propuesta artÃstica.
Julieta Aguinaco presenta “Ustedes les dicen piedra”. El primer acierto está en las condiciones adecuadas para su apreciación. Oscuridad total y ni por error unos milÃmetros de blancos en los bordes de una proyección a pantalla entera. Aunque es gran formato se ha garantizado que la resolución de alta resolución se mantenga en la proyección, de manera que la calidad de la imagen es parte de la capacidad de comunicación con el espectador.
Enseguida, veinte minutos de un proceso de redescubrimiento. Nombrar objetos por su denominación original, la esencia que mantienen o la primera reacción de quien describe. Por ratos una menor, en otros momentos, la artista. Es despojar a las entidades del recubrimiento cultural, social del que les dotan las generaciones o los contextos. Es asumir, como lo indica el nombre de la muestra total: una mirada depurada, natural. Dejar lo instituido por convenciones para situarse en la espontaneidad. Ya no partir de lo que “debe decir” sino lo que es. Por ejemplo, cuando la niña ingresa a una iglesia y, sin la solemnidad, nombra lo que observa: mesa, flor, vaso. No realiza el recuento reverencial acostumbrado: altar, ofrenda. Ese hecho es la sÃntesis de la propuesta: una muestra de la semántica necesaria para la vida cotidiana, sin prejuicios, cálculos. Aguinaco lleva la misma mecánica por distintos escenarios. Para permanecer y pensar desde un ensayo visual.
Otro audiovisual que motiva la reflexión es de Pablo Tut: “Mirador metafÃsico Infonavit”. El video da cuenta de una instalación en una de las denominadas unidades habitacionales populares. Se creó una atalaya con estructura básica para construcción: andamios, maderas. Se permitió a la gente del sitio, subir y ver ese territorio que cruzan todos los dÃas, desde los ángulos picado y cenital que nunca imaginaron. El mismo sitio sÃ, pero con otra lectura; las mismas casas y calles leÃdas a plomo, desde la altura. Un ejercicio que, sin duda, contribuya a tomar dimensión del entorno: sus carencias y presencias; sus uniformidades y diferencias; la colectividad que convive con la soledad; lo macro y lo esencial.
Las propuestas de Julieta Aguinaco y Pablo Tut establecen comunicación con el espectador por ser obras con el espÃritu que señalaba Octavio Paz: “La clase de poetas y de hombres que más necesitamos hoy: no a los que afirman ni a los que niegan sino a los que dudan y se interrogan”.
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