FotografÃa: Itzel ChavarrÃa |
DAVID SANTIAGO TOVILLA
Es desolador lo que ocurre en Nicaragua. Ver cómo décadas de esfuerzo social por establecer una vida plena, se diluyen y vuelven al punto de partida. El paÃs vive en bucle. La Real Academia Española en su Diccionario del estudiante, señala que «bucle» se usa, de manera figurada, para dar idea de un proceso que se repite indefinidamente.
En Nicaragua, una familia se apropió del poder y lo mantuvo durante 45 años. Sesenta y cinco mil nigaragüenses entregaron su vida en el proceso de poner fin a una dictadura, en parte de esas décadas. La insurgencia popular triunfó para retirar del poder a los Somoza, quienes durante generaciones hicieron una mega fortuna.
La dura realidad de pobreza llevó a los nicaragüenses a apoyar al Frente Sandinista de Liberación Nacional. La insurgencia popular triunfó en 1979. A partir de 1984, se realizaron elecciones.
Conforme el gobierno de Ortega adquiere el perfil de una dictadura, se han registrado: rupturas con las figuras históricas del movimiento popular; acusaciones de narcotráfico; masacre de pueblos indios; denuncia de violación y abuso sexual por su hijastra; una vigorosa movilización ciudadana que volvió a derramar sangre en las calles de Nicaragua.
AsÃ, uno de los pueblos más pobres de América Central continúa en su pobreza y desamparo. Pusieron fin a una dictadura con una cara cuota de ciudadanos sacrificados y una violencia extrema para volver, en menos tiempo de lo que duraron los Somoza, a las manos de otra familia: los Ortega-Murillo, porque Daniel Ortega hizo vicepresidenta a su esposa Rosario Murillo, desde 2017.
Cualquiera que cruce por Nicaragua puede testimoniar la grave situación de pobreza de la población. Tantas luchas, epopeyas, historias, sacrificios, para terminar en la misma situación: sin libertad polÃtica ni esperanza económica. Es muy doloroso e indignante.
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