Mariana Pacheco Ortiz/El Cronista Yucatán
Para distraernos un rato de lo desolador que resulta asomarnos no sólo a los medios, las redes sociales y el internet, sino a la vida misma y ver que ahora gastamos más y compramos menos, aprovechemos el tiempo en lecturas que nos recuerden que los seres humanos somos más que esta cuesta de enero que en México ya duró más de dos años. Por ejemplo, la más reciente producción bibliográfica de David Tovilla: Aficiones, que amplÃa el conocimiento del erotismo de nuestra época y, a través de sus letras, podemos vivir las aficiones sexuales a plenitud.
Es una novedad en libro electrónico desde la plataforma Amazon, que empezó a circular con el nuevo año, donde el autor expone algunas prácticas que se mantienen reservadas para compartirlas con quienes en verdad alcanzan los bonos de la confiabilidad. Manifestaciones del erotismo que se descubren y expresan con quien acepta abrirse a ese inconmensurable mundo.
Algunas de las imágenes memorables del cuerpo como lienzo, en el cine, emanan de la pelÃcula El libro de cabecera de Peter Greenaway. Escribir sobre la piel de la pareja pareciera un hecho anecdótico, sin embargo, puede tratarse de una afición sexual: illudofilia. Sin embargo, el catálogo de las filias es tan amplio como rico en variedad es el placer en el ser humano.
En otra cinta más reciente: Kiki, el amor se hace, de Paco León, se aborda, desde la comedia, algunas expresiones como la dacrifilia, en la que una persona se excita con el llanto; somnofilia, cuando la excitación proviene de interactuar sexualmente con una persona dormida; elifilia, es la atracción erótica hacia ciertos tejidos, en especial los de textura suave como la seda; y harpaxofilia se refiere al goce que provoca en alguien el hecho de ser asaltado violentamente.
Precisamente esta última, harpaxofilia, es expuesta con agudeza por Paul Verhoeven, en la pelÃcula Elle, que por cierto ninguna actriz del top hollywoodense quiso hacer, por eso lleva la magistral actuación de la francesa Isabelle Huppert.
Las filias existen, están ahÃ. No se gritan a los cuatro vientos, porque es un asunto Ãntimo. Ostentarlas es pose más que un asunto vivencial. Pero han dejado de verse como algo de escándalo, para empezar a entenderse con mayor naturalidad. Incluso, antes, a muchas formas de ser se les denominaba “perversiones” o “desviaciones”; hoy, lo más apropiado es llamarlas aficiones, sin más, sin entrar en calificaciones o descalificaciones porque, como se menciona al principio: son expresiones de la sexualidad humana.El erotólogo David Tovilla, en esta ocasión, ha elegido plantear sus historias a través de diálogos intensos en plena acción de los protagonistas de cada tema. Las onomatopeyas, por tanto, tienen un componente esencial de este transitar por las lÃneas de Aficiones.
AsÃ, conocemos a Antonella que practica la dendrofilia, con el uso de vegetales como objetos sexuales; a Teresa y su sallofilia al degustar la secreción seminal más que las relaciones sexuales mismas; a Salma quien descubre su sexualidad y su tendencia a la illudofilia al excitarse al escribir en los cuerpos que desfilan por su casa; y a Alessia, una hermosa chica cosplay, quien motiva la kosupurefilia o la atracción erótica por la encarnación de personajes de comics o videojuegos.
En estos dÃas que la nueva ola de Covid-19 sugiere restringir la movilidad, en la medida de lo posible, quedémonos en casa a conocer y vivir las aficiones sexuales, a través de este libro disponible en Amazón.
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