Palazuelos: Entender el arquetipo


DAVID 
SANTIAGO TOVILLA
Una de las referencias mediáticas del mes de febrero fue Roberto Palazuelos y su búsqueda de la candidatura a gobernador de Quintana Roo. Las reacciones durante las anteriores cuatro semanas permiten observar la vigencia de los arquetipos en la conducta social. Los arquetipos son modelos de personalidad que acompañan a la historia de la humanidad. Se han repetido de manera ancestral y están presentes en los relatos populares. En tanto patrones, influyen en conductas y modos de pensar.
Uno de esos arquetipos es el antihéroe, personaje que fascina por sus osadías, irreverencias, carácter. Lo define muy bien Christopher Vogler en El viaje del escritor: “Antihéroe es un término resbaladizo que puede generar mucha confusión. Así, tan sencillamente expuesto, un antihéroe no es lo opuesto al héroe, sino un tipo de héroe muy concreto, uno que tal vez pudiera ser considerado un villano por encontrarse fuera de la ley, según la percepción de la sociedad, pero hacia quién el público principalmente siente simpatía. Nos identificamos con estos seres extraños, forasteros en su realidad: porque todos nos hemos sentido así en un momento u otro de nuestras vidas.”
Vogler explica que los antihéroes son personajes cuyo comportamiento es muy parecido al de los héroes convencionales, pero que manifiestan un fuerte toque de cinismo o bien arrastran alguna herida: “El antihéroe herido podría ser un heroico caballero en su armadura deslustrada, solitario que ha rechazado a la sociedad o que ha sido rechazado por ella. Son proscritos, rebeldes”. También son una especie de héroe trágico.

La personalidad de Roberto Palazuelos se inscribe en el arquetipo del antihéroe o el héroe trágico. Visualizarlo así ayuda a comprender parte de lo que ocurrió, al margen de los factores y decisiones políticas.
Palazuelos tiene la mayor escala en conocimiento por la gente. Pero a quien conocen es al arquetipo: fiestero, rudo, presuntuoso, galán, influyente, exitoso. Nadie puede decirse engañado. Al contrario, era parte de la rentabilidad electoral ofertada.
El estruendo creció. El momento álgido fue la difusión de una pasada entrevista en la que se jacta de haber participado en una balacera. Actúa, con Yordi Rosado, de acuerdo con el arquetipo construido: valiente, seguro, arrojado. Enfrentar a los agresores a balazos o someterlos genera empatía, como sucede con los héroes anónimos que actúan de forma similar al defenderse de delincuentes.
La fascinación de la narración fue sustituida por hechos en la realidad. En la crisis se vio obligado a desandar. “Nunca maté a nadie” fue cabeza hasta en Los Ángeles Times. El aspirante a candidato refutó al arquetipo Roberto Palazuelos. Al retractarse dejó de ser el personaje que había conquistado al público.
Aún en esa circunstancia, en sus redes sociales, alguien le escribió: “Me encantas por auténtico y decir las cosas como son. Voto por ti”. Sobre esa base, Palazuelos pudo haber articulado un posicionamiento congruente con su arquetipo.
Pero no sucedió. En el partido surgieron los cuestionamientos directos a su imagen arquetípica, justo por la misma que lo invitaron a participar. Entonces sí, argumentaron que el antihéroe podría “manchar la marca”. Algo que también advierte Christopher Vogler, en el volumen citado: “Se trata de héroes imperfectos que nunca superan sus demonios internos, sino que son abatidos y finalmente destruidos por ellos. Pueden tener mucho encanto y admirables cualidades, pero es la imperfección quien vence en última instancia”.
Roberto Palazuelos ha dicho que más adelante podría ir como candidato independiente, tras aprender de este episodio. Lo que decida tendrá que hacerlo desde el análisis para comprender su arquetipo.

*Texto publicado en El Cronista Yucatán