Un abrazo de Astrid Rodríguez

Fotografía: Astrid Rodríguez
DAVID SANTIAGO TOVILLA

Vivir es gozar, crecer. El instante eternizado, en esa fotografía, vuelve a ser con cada mirada. Es ahora. Será siempre cuando alguien observe, impresa o en Instagram. La vista liberará, en cada ocasión, la emoción capturada. Conectará lo mejor de cada persona con la bruma, la fuerza del agua con movimiento en el fondo, el sol doblegado por la naturaleza, la creación del afecto.

Las fotografías constituyen una de las bibliotecas de la vida. ¿Fueron o son? No importa saberlo. Lo importante es que encarnaron el amor cuando la artista estuvo ahí para percibirlo; al realizar el disparo para trascenderlos: a los protagonistas, al contexto, al tiempo. Al hacerlos verdad de manera perpetua.

¡Qué virtud para conservar la esencia de un abrazo! La pareja se entrega, pero la fotógrafa traslada ese cosmos amatorio a una imagen. Ella hace de un acto exterior una apropiación personal para que se extienda hacia quienes se ubican ante la foto. Transfigura la fusión de elloy se convierte en un abrazo de Astrid Rodríguez.

Los cuerpos llenan todo. Hablan de conjurar la soledad, ahuyentar la tristeza, convocar la plenitud. Exponen la fuerza de la ternura, la inmensidad del tacto, la rotundidad del roce, la entereza de la sencillez. Un cuerpo es promesa, expectativa, posibilidad; dos son realización, certidumbre, afirmación. Pasan del soliloquio a la conversación, de la extrañeza del otro al gusto de estar, de la multiplicidad social a la elección individual. Construyen su poema con todos los vocablos posibles de la integración: vivimos, caminamos, soñamos… Nos gozamos.

 

La desnudez es humanidad, no un discurso. Está más allá de las palabras. Por eso, quien ve esta obra es obligado a descubrir su propia capacidad de ternura. Eso hacen: el palpar de las manos, el cobijo de los brazos, la comunicación de las pieles, la mixtura de las transpiraciones; el quererse con transparencia, a plena luz.

 

Desnudarse es construir la igualdad. Aceptarse y aceptar. Compartir la privacidad. Disolver toda frontera. Entregar las reservas. Conocer las particularidades mutuas. Revelar las historias subyacentes en los detalles. Habitar la desenvoltura. Invitar a la felicidad. Ser una totalidad. Encontrar la vida.

 

El amor se hace. Su desmesura explota, se irradia. Emociona. Hace evolucionar, aspirar.


Una sola estampa logra conjugar los verbos amar, querer, disfrutar, vivir.


El abrazo de Astrid Rodríguez está para todos en su red social. También, en la exposición Mirar es cosa del corazón, para quienes puedan acudir, en sus últimos días, a La Galería en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.