Just Jaeckin: el nombre, hoy, no dice mucho. Tanto que su fallecimiento, en este mes, ha pasado casi desapercibido. Su mérito fue dirigir dos películas que se encuentran en el decálogo de cine erótico básico: Historia de O y Emmanuelle.
Jaeckin no se encuentra dentro de los directores memorables: su injerencia efectiva se reduce a esas dos cintas éxito de taquilla, referentes necesarios en distintas generaciones y películas imperecederas.
En Historia de O y
Emmanuelle se reunieron un conjunto de circunstancias. Dentro de ellas
que los guiones de ambas provienen de libros extraordinarios que tienen un
lugar preponderante en la literatura erótica. El primero, de Anne Desclos,
quien firmó con el seudónimo de Pauline Réage; el segundo de Marayat Rollet-Andriane que
se firmaba como Emmanuelle Arsan.
Fueron tiempos en que la música para cine tenía trascendencia, su propio peso. La canción de Emmanuelle, compuesta por Pierre Bachelet es de esas reconocidas, de inmediato, hasta hoy, sea con voz o instrumental.
Este mismo compositor hace toda la música de Historia de O. Hasta se da el gusto de introducir un vals que convierte a uno de los bloques en parte de lo más recordado de la cinta por desenvolverse sustentado en la melodía: O' Et La Valse Du Gramophone.
Un gran ingrediente de
estas películas de Jaeckin es la fotografía. Decidió combinar el uso de filtros
para encerrar a Historia de O en una especie de sueño. En el caso de Emmanuelle,
para trabajar la visión de los cuerpos desnudos y diluir lo explícito que
pudiera descalificarle como pornografía e instituir algo más suave que le
inscribiera en el erotismo.
Los encuadres que capturan las expresiones del deseo fueron claves, porque Emmanuelle se instala en la memoria por lo visual y su historia queda en segundo plano. Son parte del impacto: las manos que agarran un objeto, desabotonan un short, se mueven en busca de los genitales, por mencionar algunos. El placer es rotundo porque empieza en la sensualidad inyectada en los ojos del receptor. Just Jaeckin fue el pionero de la saga, pero Francis Giacobetti llevó todos esos elementos a tal nivel que Emmanuelle 2, de 1975, es la verdadera joya.
Desde el cuidadoso trabajo fotográfico, se destacó la gracia de actrices como Sylvia Kristel y Corinne Cléry. Son mujeres naturales, sin sofisticación, de rostro bello y cuerpo sin exuberancia, pero con plenitud. Kristel sólo había tenido papeles secundarios, hasta que trabajó con Jaeckin y configuró con él una imagen de mito erótico para siempre.
Luis Miguel Carmona, en el libro Las estrellas al desnudo, dice de Sylvia: «Con su piel lechosa, su descaro inocente cada vez que se desnudaba y un aire andrógino que acrecentaba su sexualidad felina, Kristel alimentó los sueños húmedos de millones de espectadores y articuló una erótica marcada por la explotación sin culpa de las últimas fronteras del placer».
De Corinne e Historia
de O, Pedro Calleja apunta en el volumen Cine caliente: «Exquisitamente
filmada en lujosas locaciones, apabulló al público de la época con secuencias
muy atrevidas, como la del marcaje a hierro candente y el anillado de los labios
vaginales de la protagonista. Más inspirado que en su anterior filme, Jaeckin
supo crear una atmósfera genuinamente perversa haciendo buen uso de los primeros
planos, tomas rebuscadas y los contrastes de color (blancos, negros y
marrones). La contundente belleza y los desnudos integrales de Corinne Cléry,
una parisina de origen italiano con muy poca experiencia ante las cámaras hizo
el resto».
Como se afirma en otro
texto «no existe otra cinta parecida a Historia de O
en la que el cuerpo desnudo de la actriz principal, Corinne Clery, sea expuesto
ante la cámara la mayor parte de la duración del filme». Jaeckin será recordado
por esas cintas, que tampoco le dieron para ingresar al catálogo del gran arte
cinematográfico. Ambas, han llegado hasta el formato Blu-ray y debieran estar
en las videotecas personales.
Hay otras dos películas notorias
en su filmografía. En 1977, con Madame
Claude, intentó equilibrar el suspenso con el erotismo. Presenta
sorpresas como la ocurrida en el minuto 4:45. Un ejecutivo ingresa a su oficina.
Le han avisado que tiene la visita de una chica. No la ve, pero sí una mano
femenina con un bikini colgando, que emerge de un sillón puesto de espaldas. Al
instante ella da vuelta al mueble giratorio: es la hermosa Vibeke
Knudsen-Bergeron, en total desnudez. De hecho, como ocurre con el legendario
asiento de mimbre de Emmanuelle, esta toma es la del cartel oficial de
la cinta, pero con la actriz vestida.
En 1981, buscó resurgir
con una historia popular, proveniente de la gran literatura: realizó una
versión de El
amante de Lady Chatterley. Llevó a la exitosa Sylvia Kristel
como protagonista, pero ni con eso consiguió trascendencia.
Just Jaeckin brilló con Emmanuelle,
en 1974; y, con Historia de O, en 1975. Esos destellos se apagaron, en
definitiva, el 6 de septiembre de 2022.
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