DAVID SANTIAGO TOVILLA
Karely Ruiz es una de las modelos del momento. La invitan a programas populares de televisión. Realiza presentaciones en vivo. Alimenta el apetito visual de sus admiradores desde su OnlyFans, a donde le envÃan peticiones peculiares.
Posa con Celia Lora,
Yuliett
Torres y Marian Franco.
Casi doscientos veintiséis mil seguidores en la plataforma de contenidos
pagados para mayores de edad y siete millones en Instagram son sus
credenciales.
La semana pasada, El
universal publicó una nota con el tÃtulo: «Karely Ruiz: la
extraña parte de su cuerpo que sus fans quieren ver en fotos». El texto da
cuenta de que las peticiones fotográficas son de sus axilas y rodillas; también
«hay suscriptores que han suplicado por imágenes de sus pies» indica.
Karely es objeto de una
afición fetichista que se inscribe dentro del parcialismo o cuando «el interés
erótico se fija de modo privilegiado sólo en una parte del cuerpo», según
refieren Alberto y Andrea Orlandini en su Diccionario
del sexo, el erotismo y el amor. Explican que, de
acuerdo con la localización anatómica, recibe una denominación: «tricofilia (pelo),
queilofilia (labios), traquelofilia (cuello), omofilia (hombros), maschalofilia
(axila), hircusofilia (vello axilar), mazofilia (mama), alvinolagnia (abdomen),
ginelofilia (vello del monte de venus), notofilia (espalda), pigofilia y
clunicentrismo (nalgas), merofilia (muslos), gonifilia (rodilla),
surafilia (pantorrilla), talofilia (talón) y podofilia
(pie)».
Asà que los fans de
Karely Ruiz la quieren entre la maschalofilia, gonifilia y podofilia —de esta
última, no hace mucho se publicó Wiki
Feet: la comunidad del gusto por los pies.
Por lo visto, son gustos a los que la chica responde con agrado y diversión.
Por eso, semanas atrás, cuando
alcanzó los 5 millones de seguidores, Ruiz lo celebró retratada con un
brassiere corset de encaje. Frente al espejo se hace una cola
en su cabellera, por lo que levanta ambos brazos. El ángulo de la toma no es
frontal sino desde su lado derecho para dejar ver una axila depilada que induce
a ver sus voluminosos senos descubiertos hasta la mitad. Al levantar su
cabello, también se observa su cuello y sus iniciales tatuadas a la altura de
la oreja. Es recompensada con un millón de me gusta.
En el mismo estilo, Karely regala esas imágenes: con un vestido strapless rojo satinado. En esta ocasión, se lleva la mano izquierda a la cabeza para lucir su axila decorada con la proximidad de una rosa tatuada. El cromo satisface a todos porque su pierna derecha es flexionada para que su pie alcance el estribo de una camioneta: su rodilla queda expuesta y la sandalia transparente permite apreciar muy bien sus dedos y el trabajo pedicure. La respuesta son 321 mil corazones.
O bien, ella en el asiento de una
camioneta con un minivestido de lentejuelas doradas y
riguroso escote. Dibuja una sonrisa. Levanta el brazo y exhibe su axila
inmaculada. Recauda 553 mil loas. Otra toma: misma circunstancia
y posición. Sólo cambia de ropa a un pequeño vestido azul. Los
me gusta se elevan a 1 millón cien mil. Quizá porque la prenda se sube lo
suficiente para ver una frase tatuada en la parte superior de su pierna derecha
y una enigmática zona oscura entre sus piernas.
Pero la axila no es —como
se afirma— «una extraña parte del cuerpo», ni su afición o maschalofilia una
rareza. Están ahÃ, en la vida ordinaria y en demanda no cuantificada, salvo
testimonios como el de Karely Ruiz.
Se incluyen, en
consecuencia, en la literatura. El grandioso escritor brasileño Rubem Fonseca
tiene un texto con ese nombre, Axilas: «La axila de una mujer tiene una
belleza misteriosamente inefable que ninguna otra parte del cuerpo femenino
posee. La axila, además de atractiva, es poética (…) Maria Pia tocaba el
violÃn. Usaba siempre un vestido largo negro sin mangas. Para que pudieran
lograrse, ciertas notas exigÃan que irguiera los brazos de manera que me
permitÃan contemplar extasiado sus axilas».
El mexicano Juvenal
Acosta, en El cazador de tatuajes, detalla una combinación con la hircusofilia
o disfrute del vello axilar: «Ella nunca usaba brasier porque sus senos jóvenes
y pequeños no lo necesitaban, y para mi sorpresa se afeitaba las axilas. Mi experiencia
con las europeas era que de dejaban crecer los vellos de las axilas y, a
condición de que fuesen limpias, eso me excitaba mucho.
»Hay algo bello y
contradictorio en una mujer hermosa que no se afeita o se depila con cera las
axilas. Uno está acostumbrado a que las mujeres de América Latina se depilen, y
cuando de pronto la desnudez de una extranjera lo expone a uno a esa mata de
vello escondida, la asociación con el vello púbico es inmediata. Es como
encontrar otro sexo femenino escondido en cada axila. Un regalo para el gusto,
la vista y el olfato».
Es más, el mÃtico Kama
Sutra —como muchos otros libros y autores más mencionados que leÃdos— incluye
las axilas como parte indispensable del encuentro amoroso.
Para arañarse: «Cuando el
amor se vuelve más intenso, se practica la opresión o rasguño con las uñas.
Los
lugares que deben oprimirse con las uñas son los siguientes: la axila,
el cuello, los senos, los labios, el jaghana o parte media del cuerpo y los
muslos».
Para mordisquearse: «El
mordisco consistente en varias hileras gruesas de marcas, próximas unas a otras
y con intervalos rojizos, se llama el mordisco del verraco. Se imprime
sobre los senos y los hombros. Estas dos últimas modalidades de mordisco son
propias de las personas de pasión intensa. La lÃnea de puntos o cuando
se muerde una pequeña porción de la piel con todos los dientes y la lÃnea de
joyas juntas deben imprimirse en el cuello, la axila y las junturas
de los muslos, pero la lÃnea de puntos sola debe imprimirse sobre la
frente y los muslos».
Para acariciarse: «Si la
mujer es tÃmida, y es la primera vez que están juntos, el hombre colocará sus
manos sobre sus muslos, que ella probablemente mantendrá cerrados, y si es una
muchacha muy joven, debe primero posar sus manos sobre sus senos, bajo las
axilas y en el cuello».
Para besarse: «Se entiende que existan siete lugares apropiados para
los besos, ya que, de hecho, es en ellos donde todo el mundo los aplica, y son:
Primero, el labio inferior. Segundo, los ojos. Tercero, las mejillas. Cuarto,
la cabeza. Quinto, la boca. Sexto, los senos, y séptimo, los hombros. Es verdad
que las gentes de ciertas regiones usan otros lugares que consideran apropiados
para el beso. Los sibaritas de Satadesha, por ejemplo, han adoptado la fórmula siguiente:
axila, ombligo y yoni (genital)».
Para el cosquilleo: «Como
seguramente se ignora cuáles son los lugares más apropiados para esta clase de
regodeo, ante todo debe explicarse que existen once partes sobre las cuales
debe presionarse con más o menos fuerza. Son: Primero, el cuello. Segundo, las
manos. Tercero, ambos muslos. Cuarto, ambos senos. Quinto, la espalda. Sexto,
los costados. Séptimo, ambas axilas. Octavo, todo el pecho o busto.
Noveno, ambas caderas. Décimo, el monte de Venus y todas las partes que
circundan el yoni, y undécimo, ambas mejillas».
Asà que en todos lados y tiempos se ha ejercido el gusto por una parte del cuerpo. No existe extrañeza alguna. Qué bien por Karely Ruiz al darle a sus admiradores lo que le piden.
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