Retina Latina: cine para aprender, entender y no olvidar


DAVID SANTIAGO TOVILLA

La casa del dragón y El señor de los anillos: los anillos del poder son estrenos apabullantes, por estos días, en las principales plataformas de consumo doméstico.

La primera, acapara elogios porque coloca de nuevo a la casa productora en la cima de los estándares para hacer televisión. De la segunda se destaca su calidad y esplendor visual concebida para la reproducción en pantallas hogareñas de gran tamaño.

            Estruendoso es el arranque de ambas producciones en las plataformas comerciales, populares. Son producciones que deben verse porque se convierten en referentes culturales. Pero hay vida más allá de ellas. Existen otros espacios para enriquecerse con otras perspectivas y expresiones que no suelen masificarse.

Una alternativa es Retina Latina que ofrece un cine para aprender, entender y no olvidar.

Instruirse sobre lo importante para personas y sociedades de otros lugares: una invitación a salir de la inmediatez, del cerco de la repetición y la palabrería monótona.

Ubicar los temas de la gente que llegan a ser similares, en la forma, a las realidades locales. Plantearse los esfuerzos de vida de otros.

Recordar lo que individuos y colectivos han construido o aportado. Mantener la información de razones y causas. Preservar voces y testimonios de acciones, pasos, momentos.

Se le encuentra en retinalatina.org. Es una iniciativa cultural de Colombia, con la participación de instituciones cinematográficas de Bolivia, Ecuador, Perú, Uruguay y México.

Es impulsada por el Fondo Internacional para la Diversidad Cultural de la UNESCO. No tiene un fin comercial: es más importante la difusión de muchos trabajos que no llegan a las salas o tienen un paso efímero. Materiales valiosos cuyas limitaciones de distribución les mantiene desaprovechados.

Retina Latina puede disfrutarse en una aplicación para teléfonos en Android y Apple. La plataforma móvil es funcional, de acceso inmediato a las películas, organizadas en bloques como: novedades, tráileres, “los niños y los jóvenes se toman el cine”, “Cine para conocer y cuidar el medio ambiente”, “En la diversidad nos reconocemos”.

Desde luego, también puede ingresarse desde una computadora. Ambas modalidades difieren en la manera de presentar los bloques. Por ejemplo, en el sitio web se alude a materiales presentados en el contexto del Festival Internacional de Cine de Guayaquil, celebrado en la última semana de agosto. Esto no se muestra en la versión para celulares.

Lo más importante es la opción de encontrar y apreciar, de manera gratuita, trabajos distinguidos por su contenido. Como ocurre en otras plataformas, hay materiales temporales. Algunos ya han vencido sus fechas, pero aún, por fortuna, permanecen.

Un largometraje documental que llama la atención y, se indica, sólo estará hasta el 26 de septiembre es: Mujer. Se va la vida, compañera… Un audiovisual mexicano sobre un memorable cantante de un movimiento musical que se conoció como Canto Nuevo: León Chávez Teixeiro. Ahora, de 86 años, cuando se realizaron las grabaciones cumplía 80años de edad. Sorprende la sonoridad de su característica voz.

Teixeiro es un músico de tocadas en movimientos populares. Su canción más famosa es la que da nombre al documental. Alude a la rutina de las mujeres de los barrios. Antes de que se inventara el término storytelling, él ya lo aplicaba en sus canciones.

Y él cuenta historias como la de un ama de casa que «abrió los ojos… Se echó un vestido… Se fue despacio a la cocina… Estaba oscuro… Sin hacer ruido… Prendió la estufa y a la rutina… Sintió el silencio como un apuro… Todo empezaba en el desayuno».

Desarrolla toda la jornada, a detalle, para concluir que «se va la vida, se va al agujero… Como la mugre en el lavadero».

Primero Amparo Ochoa, en su ámbito, hizo famosa la pieza. Después, fue incorporada al repertorio de Gabino Palomares, quien siempre, en cualquier presentación dio el crédito a su compositor: León Chávez. Pero nadie, en absoluto, la interpreta como él mismo: con el timbre de su voz y el vigor de su guitarra.

Su álbum De nuevo otra vez es de la mejor del canto mexicano que existe. Ese disco que, por encima de todo es música, hace imperecedero a Teixeiro. Su segunda canción famosa: «Cipriano Hernández Martínez», es una tonada de rock clásico impresionante.

El trabajo dirigido por Mariana Xochiquétzal Rivera García es más que meritorio: era necesario, oportuno, así como lo recuperaron: como parte de las reivindicaciones de tres mujeres: la anciana que lucha por el agua, la costurera sobreviviente del sismo de 1985, la madre soltera desalojada y en resistencia por una vivienda.

Mujer. Se va la vida, compañera… permitirá conservar a León Chávez Teixeiro para las próximas generaciones que podrán conocer la contundencia y vigencia de las letras, en sus rolas, en un México que sólo cambia para empeorar, como cuando dice: «La mentira es plato de todos los días» o «La verdad es traición a la patria».

Otro material que puede destacarse es el cortometraje, también de México, de Perla María Gutiérrez: A Colores. Realiza el registro de momentos de la vida de una joven anarco-roquera.

Alexa dejó su tierra natal por la lacerante circunstancia prevaleciente: «Las mujeres, en Sinaloa, no creas que valemos mucho. Sé de casos de morras que le gustan al narco de la cuadra y las quieren secuestrar o le dan dinero a la familia por las chicas. Te pueden matar, violar o secuestrar.

»¿Qué les dices? Esos güeyes controlan todo, pues. No puedes contra ellos, neta. No puedes. No lo intentes. Han matado a mis amigos de la primaria, de la secundaria. Han desaparecido a familiares.

»Nunca te puedes acostumbrar a tanta violencia. No está chido. Creo que muchas cosas están mal ahorita y está saliendo a flote todo… Es una sociedad agresiva… Si la gente se relajara y viera que hay un montón de realidades tal vez sería como más fácil sobrellevarnos».

           Sobrecogedor, porque en su brevedad ilustra cómo se trastoca la vida de las personas. Acongoja al saber que pasó ayer, ocurre hoy; y, por lo visto: sucederá mañana.

            En Retina Latina hay denuncias como la de Ecuador: Brutal como el rasgar de un fósforo. Aborda la desaparición forzada reconocida del escritor Gustavo Garzón Guzmán, acusado de pertenecer al grupo beligerante Montoneros. Desapareció la noche del 10 de noviembre de 1990, en Quito. Es un caso irresuelto, hasta la fecha.

Con diversos testimonios y durante dos horas, se reconstruye la personalidad, las circunstancias y las consecuencias: su madre se manifestó, frente al palacio presidencial, durante 17 años, hasta que enfermó.

El documental cierra con una sesión de la Corte Interamericana de DerechosHumanos, en 2021, que mantiene abierta la causa.

De Perú, se dispone de un largometraje imperdible: Miss Amazonas de Rafael Polar Pin. Alude al proceso de un concurso transgénero que lleva quince ediciones en la localidad de Iquitos, en la Amazonía peruana.

Contrario a lo que la inercia lleva a pensar no presenta el concurso en sí. Es más, concluye, justo en el momento en que arranca la ceremonia, en la noche D. El acierto reside en acompañar los noventa días previos en que ocurre este gran acto de afirmación.

No es el típico concurso de belleza, negocio para todos los involucrados, porque aquí se trata no sólo de escoger un prototipo, sino de edificar, contribuir a la libre y respetuosa existencia social de las trans.

Participar en Miss Amazonas implica asumirse con plenitud, aceptarse. Si las participantes no tienen una página pública en tanto concursantes, pierden puntos porque ¿Cómo aspiran a ganar si no son tales?

Es tan decisivo que Fiorella afirma: «El concurso me dio la seguridad para vivir». Se observa cómo se inscriben chicas tímidas y terminan como personas instruidas, empoderadas.

Testimonios demoledores. Camila: «No somos un objeto sexual. Sentimos, amamos y luchamos como cualquier ser. No he tenido oportunidad de tener una relación que me de mi lugar. Todas han sido escondidas. Tienen relaciones con una trans, pero oculta». Dayanara: «Al año de declararme quise suicidarme. Pretendí ahorcarme».

Todo indica que las transgéneros, en cualquier parte, deben luchar contra el mundo: el padre maltratador, vivir en la calle y dormir en el parque, pasar hambre. Todo eso que Camila Sosa documenta en la novela Las malas, comentada semanas atrás.

El documental demuestra que el concurso es caminar hacia la luz. Y ese halo luminoso debiera irradiar a la mayor cantidad posible de personas.

En Miss Amazonas se refleja toda la esencia de Retina Latina: se aprende de sus convicciones, se entienden las realidades y no se olvida que bajo las corazas que deben construirse hay seres humanos.

            Sin, duda, hay que aprovechar este esfuerzo en pro del cine latinoamericano.