DAVID
SANTIAGO TOVILLA
El 2 de diciembre, Netflix estrenó la pelÃcula El amante de Lady Chatterley. ¿Es la versión definitiva, representativa, del libro de D.H. Lawrence? Aún no. Sólo actualiza, con talento y valentÃa, lo ya visto en otra pelÃcula de hace cuatro décadas.
Con la producción ahora estrenada —y que se mantiene
dentro de los diez más vistos de la plataforma—, son tres las adaptaciones
destacadas de uno de los libros famosos por décadas de censura y persecución.
La
primera a mencionar data de 1981. Dirigida por el recién
fallecido Just
Jaeckin, llevó como protagonista a la célebre Sylvia Kristel.
SÃ: a la encarnación de ese mito erótico llamado Emmanuelle. Ponerla en el
cartel fue una decisión del director para presentar desnudos totales, con
naturalidad, en algunos momentos.
Sin embargo, también fue el intento de Jaeckin por
continuar su carrera en el cine más allá de las exitosas pelÃculas sobre la
sexualidad. A la historia formal, Jaeckin incorporó algunas licencias para explotar
el referente sexual de Kristel. La historia se mantiene casi fiel a su desarrollo
en el libro original. Puede
verse en este enlace.
La
segunda producción es del año 2015. Bajo la dirección de
Jed Mercurio fue hecha para televisión por BBC. Reacomoda los hechos y hasta el
perfil de algún personaje para ser una versión diferente. Sin embargo, se queda
en un melodrama descafeinado que su mayor atrevimiento es incluir algo de los
diálogos puestos por D.H. Lawrence en un encuentro de cama. Se
encuentra en este vÃnculo.
La
tercera es la conocida hace dÃas. Tiene como directora a Laure
de Clermont-Tonnerre. Lo relevante es la inclusión de la actriz Emma Corrin quien
dio vida a una princesa Diana, de joven, en la cuarta temporada de la
serie The Crown.
Fuera de lo anterior, el producto de Netflix se monta
sobre la idea explÃcita de la pelÃcula de 1981. El mérito de Emma Corrin se
incrementa porque aceptó realizar esos pasajes con la exposición plena de su
desnudez por los que la cinta tiene clasificación R: «Restringida. Puede ser
inapropiada para menores de 17 años», en palabras de la propia empresa.
No existe la menor duda de que lo difundido en 2022
fue ideado por Just Jaeckin. Por ejemplo, hay un pasaje en donde Lady Chatterley
observa su desnudez en un espejo. Se acaricia los senos. Baja hasta sus
genitales y se da placer en solitario.
Eso no existe en el texto. D.H. Lawrence escribe: «Cuando
Connie subió a su dormitorio hizo lo que no habÃa hecho en mucho tiempo: se
quitó toda la ropa y se miró desnuda en el enorme espejo. No sabÃa qué miraba o
qué buscaba con exactitud, pero, a pesar de todo, movió la lámpara hasta
recibir la luz de lleno.
»Su cuerpo estaba perdiendo el sentido, apagándose y
haciéndose opaco, un montón de materia insignificante. La hacÃa sentirse
inmensamente deprimida y desesperada. ¿Qué esperanza le quedaba? Era vieja,
vieja a los veintisiete años, sin brillo ni reflejos en la carne. Vieja por
culpa del descuido y la renunciación, sÃ, renunciación.
»La parte delantera de su cuerpo la desesperaba.
Estaba empezando ya a plegarse, con una delgadez un tanto arrugada, casi
marchita, envejeciendo antes de haber empezado realmente a vivir.
»Se puso el camisón y se metió en la cama; lloró
amargamente. Y en su amargura ardÃa una frÃa indignación contra Clifford,
su literatura y sus conversaciones: contra todos los hombres de su clase que
incluso llegaban a arrebatar a una mujer su propio cuerpo. ¡Injusto! ¡Injusto!
El sentido de la profunda injusticia fÃsica quemaba hasta el fondo de su alma».
Como se lee: el escritor indica que el desahogo de
ella es el llanto, como parte de instantes depresivos.
La masturbación de Connie fue agregada por Just
Jaeckin para ver los inolvidables ojos de Emmanuelle, la particular
forma de abrir los labios en el placer, la belleza de su pezón, la manera de
conducir sus manos en el trabajo genital. Cada uno de esos planos y fragmentos
son alternados con las imágenes del hombre desnudo que observó, de manera
accidental, esa mañana. Ese es el erotismo: el uso de la imaginación al
servicio del placer.
Eso mismo está, ahora, con la pieza de Netflix. Se
observa a la joven desnuda ante el espejo. Después, una toma abierta: se
autosatisface en un elegante sillón. Cambian a un plano cenital de su rostro para
capturar sus gestos de placer y gemidos al culminar. Esto comprueba que no realizaron un
planteamiento original, sino que trabajaron sobre una cinta anterior y sus
trazados eróticos. La audacia reside en dar, también, mayor cabida a los
atisbos de genitalidad masculina con Jack O’Connell.
Los temas vuelven a ser generales: la interrupción de
las facultades reproductivas, las diferencias sociales, el aislamiento muto de
la pareja, el adulterio, las definiciones. Aderezado con el énfasis en los
encuentros sexuales.
En 2022, hay una fotografÃa cuidada, buenas actuaciones.
Una historia de amor, con desnudos, que concluye con la felicidad de los
amantes. No queda eso de procesar por mucho tiempo los elementos de la
pelÃcula y un deseo de volver a disfrutarla porque, al final, una obra clásica
es recreada con una manufactura comercial.
En el libro, la pareja deberá esperar su realización,
algún dÃa, cuando se disuelvan, por la vÃa legal, sus matrimonios. El esposo de
ella dice que eso no ocurrirá. El cierre transmite desazón por una lucha que
deberá seguir. Como en la vida real: el amor no es un punto de partida… Está al
final de muchas incidencias.
Aún está pendiente la gran pelÃcula que toque, con
arte y sublimidad, la esencia de El amante de Lady Chatterley: las
complejidades y necesidades humanas, influidas y hasta condicionadas por las
relaciones sociales.
D. H. Lawrence apuntó, con exactitud, en su escrito, hacia
dónde querÃa ir: «No era realmente amor. No era voluptuosidad. Era una
sensualidad incisiva y ardiente como el fuego que convertÃa el alma en una
ascua.
»Es realmente la ternura. El sexo no es más que tacto,
el más Ãntimo de todos los tactos. Y es el tacto lo que nos da miedo. Sólo
tenemos media consciencia y media vida. Y debemos despertar y vivir…
»DeberÃan aprender a tocarse, a ser delicados y tiernos. Es una necesidad angustiosa».
Conexiones