DAVID SANTIAGO TOVILLA
Una de las películas con que cierra el 2022 es Pinocho de Guillermo del Toro. Su estreno estuvo previsto, en Netflix, para la primera decena de diciembre. Sin embargo, el director promovió su exhibición en muchas salas del país. Varias lo hicieron de manera gratuita. En otras, pasó de una sola función a diversas opciones a lo largo del día.
Del Toro está convencido de su trabajo y desea
compartirlo. Hasta el guion escrito por él y Patricio McHale se comparte
en algunos portales. La generosidad del autor queda fuera de
duda.
Al 18 de diciembre, la cinta prevalecía en primer
lugar, con 40 millones de horas vistas en el informe oficial de la empresa
productora. La versión de Guillermo del Toro llegó para ser un referente en las
recreaciones que ha tenido el personaje, por eso el nombre del mexicano forma
parte del título.
El trabajo se enfila a los premios Óscar 2023 por su realización técnica. De ello da cuenta el documental Pinocho de Guillermo del Toro: Cine tallado a mano, que puede verse también en Netflix. Ahí es posible entender por qué esta película es una obra de arte en todos sus detalles, elaborados con perfección, para luego darles vida y construir una historia que se acerque a la veracidad.
Pero la trascendencia está, también, en los asuntos temáticos abordados:
Seres humanos por encima de todo.
Cada ser humano es un universo de motivos y razones. Importa más el fondo que
la forma. Es más trascendental el resultado de una acción que lo dicho de ella.
Cuentan los aportes no el caudal de aspavientos que ocultan un vacío. La bondad,
reflejo de los términos de humanidad, es una cualidad que se refleja en los
momentos de las decisiones sustanciales.
Al ser interrogado, si realizó la tarea de procurar
que Pinocho fuera un buen chico, el grillo responde: «Tal vez no lo hice
tan bien. Tal vez me equivoqué un poco, o mucho, pero... ¡Hice lo mejor que
pude y eso es lo mejor que cualquiera puede hacer! ¡Pinocho me enseñó eso!
Quiero decir, ¡yo se lo enseñé y luego él me lo enseñó directamente a mí! ¿Y
sabe por qué? ¡Porque era bueno!». Es diferente tener bondad a ser bueno
de acuerdo con ojos y criterios de otros.
No debe esperarse que las personas sean el reflejo o
la copia de otras; o bien se apeguen, en exclusiva, a la idea propia. Respetar
la individualidad es valorar su particularidad. Geppetto le dice a un Pinocho
inerte: «Estaba tratando de convertirte en alguien que no eras. ¡Así que no
seas Carlo, ni nadie más! ¡Sé exactamente quién eres! Yo te amo como eres».
Sebastián J. Grillo establece con claridad de qué va Pinocho
de Guillermo del Toro. Durante los primeros minutos, el gran relator apunta:
«Tenía mucho que decir, no sobre mi propia vida, para variar, sino sobre padres
imperfectos e hijos imperfectos, y sobre la pérdida y el amor». En efecto, los
antagonismos por los que transitan las realidades humanas están en la película:
felicidad y tristeza; enojo y alegría; cuerpo y alma; presencia y ausencia; vida
y muerte.
La guerra y las consecuencias tangibles en la vida de las personas. El explosivo que va a trastornar la vida del carpintero Geppetto es circunstancial. Lo explica el grillo: «Más tarde se dijo que el pequeño pueblo ni siquiera era un objetivo, que estos aviones se dirigían de regreso a la base y simplemente soltaron sus bombas para aligerar su lastre».
Por estos días, de semejante forma, pueden verse las
afectaciones al patrimonio de las personas por los indiscriminados bombardeos
de Rusia hacia Ucrania. La agresión rusa no cesó aún en horas previas a la
navidad. Hogares destruidos, ucranianos expulsados a las calles, sin luz, con
frío, de luto. Razón tiene Del Toro en incluir ese ingrediente porque la guerra
no es un hecho del pasado, sino una infamia del presente como ocurre con la
agresión injustificada, abusiva, de Vladimir Putin. Uno de los peores hechos de
2022.
El pensamiento único y la voluntad autoritaria. Tal como lo hizo Pasolini, en Saló,
Del Toro sitúa los acontecimientos en el momento de un gobierno autoritario,
fascista. La inclusión de la cinta es, semejante al tema anterior, porque se
observa cómo las voluntades autoritarias buscan consolidarse por doquier,
disfrazadas de izquierda o derecha.
Lo explica Federico Finchelstein en el volumen Del
fascismo al populismo en la historia: «Fascismo y populismo están
genealógicamente conectados. Forman parte de la misma historia. El populismo
moderno nació del fascismo. El objetivo primario del fascismo era destruir la
democracia desde adentro y crear una dictadura totalitaria. Destruir la
democracia significaba a su vez destruir la sociedad civil, la tolerancia
política y el pluralismo».
Se observa, en la cotidianidad, cómo los populismos
buscan vulnerar las instituciones y la vida democrática. Recién se ha concluido
en la investigación correspondiente que Donald
Trump es responsable de la pretensión de apoderarse del poder
ejecutivo, con maniobras que incluyó el asalto al Congreso. En otros lados, se
utilizan otros recursos y vías, pero el fin es el mismo: socavar la democracia
y perpetuarse en el poder, por encima de lo que sea. El autoritarismo nada
respeta: personas, instituciones, leyes.
Pinocho de Guillermo del Toro se
distingue por sus reflexiones, más allá de la recreación de una historieta
infantil.
Una recomendación es ver primero el documental sobre cómo Guillermo del Toro elaboró su Pinocho. Cambia la perspectiva al descubrir porqué se llevó quince años laboriosos en su confección. Proporciona mayores elementos para la mejor apreciación de esta memorable versión.
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