Henri Matisse en Mérida


DAVID SANTIAGO TOVILLA

El sábado 21 de enero, por la noche, se presentó la banda neoyorkina Orquesta Afrobeat Antibalas, en el Parque de Santa Ana, de Mérida. Su líder, Martín Perna, dijo que necesitaba hacer dos comentarios.

La primera: que le impresionaba la cantidad de gente reunida y gozosa de la música, en la plaza porque “en Estados Unidos no hay. No tenemos este tipo de presentaciones (en plazas)”. La segunda: su sorpresa por la inversión en cultura por parte de un ayuntamiento “eso tampoco pasa en muchas partes”; eso hizo posible que llegaran a su única presentación en la entidad.

Y sí: tener actividades con la cantidad y calidad vista en la edición 2023 del Mérida Fest no es lo habitual en muchas partes. Tampoco lo es tener una exposición como la instalada en el Centro Cultural Olimpo: Henri Matisse. Arte en equilibrio.

Hay estados a donde nunca llegará una muestra como esta —es más: ni un solo cuadro— y sus habitantes no podrán incorporar a su consumo cultural la riqueza visual de una obra original.

Mérida, el lugar del arte en enero

La exhibición del trabajo de Matisse confirma lo dicho en la entrega pasada: Mérida es, en enero: el lugar del arte.

En 2009, el ayuntamiento de Mérida logró traer, desde un museo de Cataluña, la exposición Picasso: la belleza múltiple.  En 2019, se montó Picasso, un genio de las artes: un centenar de trabajos de colecciones privadas.

Es justo mencionar que, desde la primera ocasión, la gestión de Renán Barrera, entonces regidor, fue decisiva. Hoy, en su tercer periodo como alcalde, contribuye a poner al alcance de todos, otras obras de ese momento de la historia del arte en que fueron protagonistas interactuantes Pablo Picasso y Henri Matisse.

Henri Matisse y su relación con Picasso

En 2016, el documentalista de la BBC, Alastair Sooke, publicó el libro Matisse, una segunda vida.  En él, consigna pasajes de la relación con Picasso.

Cuenta la reacción del pintor español al enterarse que la mayor obra de Matisse, a la que dedicó sus últimos días sería la creación integral de la Capilla del Rosario, en Vence, Francia.

Recuerda: «En su mentalidad secular, Picasso era incapaz de entender por qué Matisse iba a querer decorar una capilla. De hecho, todo su comportamiento le puso de mal humor. “Picasso estaba indignado porque estoy haciendo una iglesia”».

Henri Matisse dijo que Picasso, airado, le conminó: «“¿Por qué no haces un mercado cubierto en su lugar? Allí sí que podrías pintar frutas y verduras”. Pero no tengo el menor interés hacia las frutas y verduras: mis verdes son más verdes que las peras, y mis naranjas más intensos que las calabazas».

¿Picasso, amenazado por Matisse?

Alastair Sooke asegura: «Es posible que Picasso se sintiera amenazado por el ambicioso proyecto de capilla que tenía Matisse. Este no perdía el tiempo con una sola decoración; estaba creando un edificio entero, todo un entorno artístico y arquitectónico.

»¿Cómo iba a poder competir Picasso con algo así? La respuesta llegó al año siguiente: Picasso empezó a diseñar los primeros bocetos para los murales Guerra y paz que previsiblemente iban a decorar su Templo de la paz en una capilla cisterciense desacralizada, en Vallauris».

El periodista apunta: «Se dice que, cuando Picasso vio la capilla terminada, dijo que le recordaba a un cuarto de baño. Si eso fuera verdad, su comentario debía estar movido por la envidia. Después de décadas invertidas en el esfuerzo por crear el equivalente pictórico a la luz en sus lienzos, Matisse había logrado por fin trabajar directamente con la luz del sol».

Sooke acudió a la ahora conocida como Capilla Matisse. Dice: «La luz atraviesa sus ventanas radiantes, se precipita en la capilla para besar el suelo de mármol, acariciar los murales, golpear los candelabros, lámparas y el crucifijo, y —esto es lo más sorprendente de todo— lanzar un asombroso brillo magenta que resplandece y cambia de matices a través de las distintas superficies reflectantes».

Por fortuna, las anécdotas personales permanecen disociadas de la obra legada por sus autores.

Henri Matisse en Mérida

Desde el 25 de enero, puede apreciarse la exposición Matisse. Arte en equilibrio, en Mérida. Tres salas, más de cien cuadros.

El espectador se encuentra, de inmediato, con una serie de grabados del rostro del poeta Apollinaire. No es abundancia: es concisión. Se puede apreciar cómo con los trazos necesarios, unas cuantas líneas elementales, el pintor transmite instantes de la personalidad.

Van más allá de sus rasgos de identidad o el mero retrato: es reflejar cómo lo percibía a ese ser humano, a través de sus expresiones faciales. Intención similar, más adelante, con las representaciones gráficas de una mujer esquimal; o bien, la admirable recreación de la afabilidad de la monja Mariana, con tan solo un poco más de una decena de rayas.

En Matisse. Arte en equilibrio se encuentran las creaciones visuales referentes del autor. Se muestra, en pequeño formato una variante de uno de sus murales más famosos: La danza que, en el lienzo original, mide diez metros cuadrados. Ahí están esas mismas características: cuerpos no detallados sino formas contrastadas a través de líneas y colores básicos con toda su expresividad. Animosidad de los participantes, energía en la ejecución y la plenitud de los cuerpos, trasladados a una imagen.

Matisse. Arte en equilibrio

En la segunda sala, ocupa el lugar central otro gran trabajo de Henri Matisse: La tristeza del rey. La curadora realiza un apunte sobre esta colorida estampa: «Prueba de estado regalada a un colaborador. Presenta importantes diferencias con la tirada comercial, lo que convierta a esta obra como un ejemplar prácticamente único».

Un cuadro colorido, vibrante, en donde el desconsuelo sólo puede estar asociado a la capa negra que cubre al personaje central. La opulencia del exterior opuesta al desasosiego interno. Lo visible por todos opuesto a lo sentido por el individuo.

Desnudo azul

La tercera sala espera al visitante con lo más icónico de Matisse: la serie Desnudo azul. En donde ya no hay trazos sino dos colores puros: blanco y azul. Textura y tonalidad difíciles de apreciar más que en la obra original. Formas que, en su sencillez, inducen al diseño, a la escultura.

Estos desnudos reúnen la esencia de la trayectoria pictórica de Henri Matisse. También de su concepción, expuesta en el volumen Henri Matisse. Reflexiones sobre el arte:

«Ante todo, yo no creo una mujer, yo hago un cuadro. Mis signos plásticos expresan probablemente sus estados del alma en los cuales me intereso inconscientemente. El interés emotivo que me inspiran no se ve especialmente en la representación de sus cuerpos sino, a menudo, en las líneas o en los valores especiales que están extendidos en la tela o sobre el papel formando su orquestación y su arquitectura.

»¿Por qué no pongo ojos y a veces ni boca a mis personajes?... Es porque la cara es anónima. Porque la expresión pesa en todo el cuadro. Los brazos, las piernas, todo eso son líneas que actúan como en una orquesta, un registro, movimientos, timbres diferentes.

»Si se pintan ojos, nariz, boca, no es de gran utilidad; por el contrario, paraliza la imaginación del espectador y obliga a ver a una persona de cierta forma, con cierto parecido, etcétera, mientras que si uno se plantea líneas, valores, fuerzas, el espíritu del espectador se atreve a entrar en el dédalo de esos elementos múltiples… y entonces… la imaginación queda libre de todo límite.

»No hay un arte abstracto. Todo arte es abstracto en sí cuando es la expresión esencial despojada de toda anécdota».

Henri Matisse en Mérida: ¿Por qué importa invertir en la cultura?

Invertir en la cultura es prioridad, porque estimula a conocer otras perspectivas, a universalizar el pensamiento; es para el disfrute del alma a través de los sentidos; infunde fuerza al latido del corazón de las sociedades, mediante diversas expresiones que narran la memoria de la humanidad.

Acudir a la exposición es corresponder al esfuerzo de un artista que hasta se vio obligado a cambiar de método para expresar sus ideas. Tras una operación de cáncer de estómago, en lugar de abandonarse, dobló la apuesta por la vida y tuvo su etapa más productiva y de aportación. No podía pintar, postrado en su cama; entonces, trabajó con papeles pintados por sus asistentes y tijera para recortarlos.

No hay motivo para dejar de estimular a conocidos y familiares a ver la exposición gratuita Henri Matisse. Arte en equilibrio.

Permanecerá hasta el mes de abril.