La luz de Joaquín Sorolla ilumina a cien años


DAVID SANTIAGO TOVILLA

 El 10 de agosto de 1923 falleció el pintor Joaquín Sorolla. La semana pasada se cumplieron 100 años de ausencia. La poderosa luz de sus cuadros ilumina, como siempre, a quienes les observan.

 

Prevalece la emoción que emanan sus trabajos al concentrar la vida y su esencia en la cotidianidad. Su maravillosa capacidad para mostrar con unos trazos la luz en espacios libres, así como las dinámicas del agua, las personas, el trabajo. Sorolla es memorable.

 

En México, al menos en dos ocasiones se han presentado un conjunto de sus obras. La primera, en 1993, en el Museo Nacional de San Carlos se denominó Sorolla, el pintor de la luz. Tres décadas después la vivencia de ese acercamiento permanece fresca.

 

Sin embargo, en estos rumbos, el centenario pasó desapercibido, pero Sorolla debe estar en la agenda cultural del mundo.

 

La Fundación del Museo Sorolla creó una página para integrar las actividades que se desarrollan este año y recuerdan a uno de los grandes autores españoles del siglo XX.

 

En ese contexto, uno de los libros publicados este año se titula Cómo cambiar tu vida con Sorolla, de César Suárez, publicado por el grupo editorial Penguin/Random House. El título da la idea de un manual, pero no es así. Tiene el mérito de presentar una biografía entretenida, anti solemne, creativa.



Distante de academicismos, la narración envuelve al recrear los ambientes en que vivió el pintor: «Aunque a Sorolla le asombra el ambiente artístico de París, no se deja seducir por su hedonismo. Ese hervidero de energías que anuncia la modernidad le entretiene, pero no le cautiva. En todo espectáculo hay cierta impostura con la que él no se identifica. De hecho, desprecia toda esa teatralidad. Siente curiosidad por la multitud, pero prefiere la intimidad. Y, por encima de todo, está decidido a aprovechar el tiempo al máximo».

Presenta sus definiciones de vida, su relación con su pareja y modelo: «Sorolla pinta a su mujer constantemente. Lo convierte en un hábito casi obsesivo, una prueba de su amor. Es probable que Clotilde sea la mujer más retratada de la historia de la pintura».

Aborda sus influencias, su relación con otros pintores, su prolífico quehacer artístico, los cuadros que le enorgullecían y sus logros: «Persigue lo imposible: pintar la atmósfera. (…) Persigue las transformaciones de las figuras bajo las distintas condiciones lumínicas. (…) Es quien más se acerca al efecto de la reverberación de la luz en la naturaleza y las figuras al aire libre, sin llegar al extremo de deconstrucción de algunos impresionistas. Sorolla crea un género propio que se convertirá en la parte más conocida y celebrada de su obra».

El autor de Cómo cambiar tu vida con Sorolla expone a detalle el entramado del gran proyecto llamado Visión de España, encargado por la Hispanic Society que consumió la etapa final de su vida.

Con un amplio sustento en libros, indagaciones y entrevistas, Suárez elabora hipotéticos testimonios de conocidos de Joaquín Sorolla, así como imaginarios encuentros con el pintor Pablo Picasso y el escritor MarcelProust.

 

César Suárez tiene el audaz acierto de contestar el famoso cuestionario Proust desde el perfil asumido de Joaquín Sorolla. Un ejercicio extraordinario que vale la pena destacar, en algunas respuestas:

 

«Cuál es el principal rasgo de su carácter.

»La impaciencia.

»Su principal defecto.

»El exceso de emoción.

»Cuál sería su mayor desgracia.

»No poder pintar.

»¿Qué le gustaría ser?

»Un anciano que pasea por la playa de Valencia del brazo de su mujer.

»Su color favorito.

»El blanco, con todos los matices de la luz.

»Qué obra de arte le gustaría tener en su casa.

»El buey desollado, de Rembrandt.

»Su pintor favorito.

»Todo está en Velázquez.

»Cómo le gustaría morir.

»Pintando en la playa».

Suárez elabora, así, una invitación atractiva para celebrar la vida productiva del pintor valenciano.

 

Cien años y hay Joaquín Sorolla, para siempre.