Prevalece la emoción que emanan sus trabajos al
concentrar la vida y su esencia en la cotidianidad. Su maravillosa capacidad
para mostrar con unos trazos la luz en espacios libres, así como las dinámicas
del agua, las personas, el trabajo. Sorolla es memorable.
En México, al menos en dos ocasiones se han presentado
un conjunto de sus obras. La primera, en 1993, en el Museo Nacional de San
Carlos se denominó Sorolla, el pintor de la luz. Tres décadas después la
vivencia de ese acercamiento permanece fresca.
Sin embargo, en estos rumbos, el centenario pasó
desapercibido, pero Sorolla debe estar en la agenda cultural del mundo.
La Fundación del Museo Sorolla creó una página para
integrar las actividades que se desarrollan este año y recuerdan a uno de los
grandes autores españoles del siglo XX.
En ese contexto, uno de los libros publicados este año se titula Cómo cambiar tu vida con Sorolla, de César Suárez, publicado por el grupo editorial Penguin/Random House. El título da la idea de un manual, pero no es así. Tiene el mérito de presentar una biografía entretenida, anti solemne, creativa.
Presenta sus definiciones
de vida, su relación con su pareja y modelo: «Sorolla pinta a su mujer
constantemente. Lo convierte en un hábito casi obsesivo, una prueba de su amor.
Es probable que Clotilde sea la mujer más retratada de la historia de la
pintura».
Aborda sus influencias, su relación con otros pintores, su prolífico quehacer artístico, los cuadros que le enorgullecían y sus logros: «Persigue lo imposible: pintar la atmósfera. (…) Persigue las transformaciones de las figuras bajo las distintas condiciones lumínicas. (…) Es quien más se acerca al efecto de la reverberación de la luz en la naturaleza y las figuras al aire libre, sin llegar al extremo de deconstrucción de algunos impresionistas. Sorolla crea un género propio que se convertirá en la parte más conocida y celebrada de su obra».
El autor de Cómo cambiar tu vida con Sorolla expone a detalle el entramado del gran proyecto llamado Visión de España, encargado por la Hispanic Society que consumió la etapa final de su vida.
Con un amplio sustento en libros, indagaciones y entrevistas,
Suárez elabora hipotéticos testimonios de conocidos de Joaquín Sorolla, así
como imaginarios encuentros con el pintor Pablo Picasso y el escritor MarcelProust.
César Suárez tiene el audaz acierto de contestar el
famoso cuestionario Proust desde el perfil asumido de Joaquín Sorolla. Un
ejercicio extraordinario que vale la pena destacar, en algunas respuestas:
«Cuál es el principal rasgo de su carácter.
»La
impaciencia.
»Su principal defecto.
»El exceso de emoción.
»Cuál sería su mayor desgracia.
»No poder pintar.
»¿Qué le gustaría ser?
»Un anciano que pasea por la playa de Valencia del
brazo de su mujer.
»Su color favorito.
»El blanco, con todos los matices de la luz.
»Qué obra de arte le gustaría tener en su
casa.
»El buey desollado, de Rembrandt.
»Su pintor favorito.
»Todo está en Velázquez.
»Cómo le gustaría morir.
»Pintando en la playa».
Suárez elabora, así, una invitación atractiva para
celebrar la vida productiva del pintor valenciano.
Cien años y hay Joaquín Sorolla, para siempre.
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