Un país en silencio musical

DAVID SANTIAGO TOVILLA

La Real Academia Española considera: «Fanatismo: Apasionamiento y tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones, especialmente religiosas o políticas». Una actitud extrema que lleva a descartar cualquier razonamiento.

Renunciar al raciocinio es anestesiar una de las cualidades distintivas de los seres humanos. Así ocurre y en esa inercia, tampoco se detienen a pensar en su capacidad de ser infames —«mucha maldad y vil en su especie».

 

Como se vio en una entrega anterior, esta época, caracterizada por la desinformación y el consecuente consumo indiscriminado de mentiras, lleva a consolidar los pensamientos autoritarios del color que sean en cualquier parte.

 

Vale la palabra del arengador sin más, aunque sus dichos no estén soportados en nada y sirvan sólo a sus intereses personales. La arenga es una orden que se acata con ceguera para proceder en contra de personas, colectividades o bienes. Un mundo o países regidos por el fanatismo sólo puede caminar de regreso a la barbarie.

 

El último día de julio, medios europeos difundieron la más reciente hazaña de los fanáticos talibanes: una cruzada contra la música. BBC News informó de la quema de instrumentos musicales con el argumento de que la música provoca corrupción moral por lo que está prohibida en el islam. 

 

Como en muchas partes en donde el autoritarismo impera, poco puede hacerse contra decisiones absurdas. Se ha difundido hasta la saciedad el trato indigno a las mujeres afganas: sin derecho a la educación, al trabajo, a transitar por lugares públicos si no es con compañía de un hombre y obligadas a cubrirse con ropa en su totalidad.

 

La estrategia autoritaria, de acuerdo con su manual, debe tener un enemigo siempre: para los talibanes es también la música.

 

Eso surge de una interpretación en el denominado islam puro: «Allah dijo en la Sura Luqman Nº. 31 versículo 6: "Hay hombres que compran palabras frívolas para extraviar del camino de Allah sin conocimiento y las toman a burla. Esos tendrán un castigo infame". Según Abu Sahba, el compañero Abdullah Bin Masud (que Allah esté complacido con él) dijo respecto a este versículo: "Juro por Allah que se trata de la música."(Narrado por Al- Hakim en su Mustadrak N º 3599 que lo calificó auténtico y que fue aprobado por el Imam Dhahabi y fue autentificado por el Sheij Albani en Silsila Sahihah vol 6 p 1017): El Compañero Abdullah Ibn Abbas (que Allah complacido con él) dijo acerca de este versículo: "La música y lo que se asimila."(Narrado por Bujari en Al Adab Al Mufrad 1265 y autentificado por el Sheij Albani en su corrección de esta obra)».

 

Ese texto ha servido para que los fanáticos atacaran la sala de conciertos Bataclan, en París, en 2015; también para atacar un concierto de Ariana Grande, en 2017, en Inglaterra.

 

Ahora se observan instrumentos musicales lanzados a la pira o destazados como si fueran terroríficos seres.



Los músicos profesionales se vieron obligados a huir; y, los intérpretes de los pueblos callados: «Muchos de los equipos musicales que se quemaron el sábado fueron confiscados de las salas de boda de la ciudad. Entre los instrumentos lanzados a la hoguera había una guitarra, un armonio (parecido al órgano), otros dos instrumentos de cuerda y un tablá (tambores)» dice la nota de TN.

 

¿Es posible imaginar un país en silencio musical? No, pero ocurre, ahora, y se llama Afganistán.


Pero ningún silencio fanático puede borrar el pensamiento, el talento, la sensibilidad, el gusto y la capacidad de vivir...

 


Son tiempos difíciles para el arte musical de Afganistan. Hay que escuchar a sus músicos, apoyarlos, difundirlos... Quién sabe cuánto tiempo durará la calamidad talibana...

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