DAVID SANTIAGO TOVILLA
Fotografía: Rosanne
Desde hace una década, la Fundación del Español Urgente y la agencia EFE hacen una revisión de las palabras más utilizadas en el año que concluye. De una quinteta eligen el vocablo que más menciones o utilizaciones tuvo. El 27 de diciembre, FUNDEU dio a conocer la palabra del año 2023: polarización.
En efecto, la polarización se ha instalado en el
lenguaje porque está en la vida social. Polarizar es la herramienta para degradar
el debate público; para influir, sin argumentos, en la convivencia colectiva y actuar
con impunidad, secrecía y corrupción.
Polarizar es el instrumento para erigir fanatismos y
lograr que todo por más erróneo, ilegal o falso se permita, justifique y
defienda. La polarización ha logrado suplantar a la política. Por eso, en la
actualidad ya no hay cuidado en los discursos. No se conciben textos para
exponer, reflexionar, convencer. No son necesarios porque basta con que se
emitan frases o narrativas a modo, se instruya a las hordas a replicarlas y es
todo.
Hasta el ejercicio intelectual de construir un discurso,
en un extremo; y, decodificarlo en el otro se ha olvidado. Lo importante es la
repetición, no lo convincente. Hasta el extremo de que hay personas quienes
todos los días, en cada ocasión que se les encuentra, se dedican con esmero a
repetir decenas de descalificaciones en contra del candidato contrario,
opositor; y, nunca exponen una sola vez, un solo atributo o mérito de la
candidatura que dicen defender. A ese grado llega la influencia de la
polarización que enceguece y nulifica o borra la conversación y hasta la
personalidad de los actuantes.
Es tal el impacto destructor de la polarización que está
incluida en el Diccionario
de injusticias: «Es la intensificación del conflicto hasta llegar a un
punto de encono o radicalización de posturas tornándose incompatibles e irreconciliables.
Puede entonces comprenderse como un estado de conflicto exacerbado en una zona
de tensión en el sistema social con consecuencias imprevisibles.
»En un contexto polarizado prevalece lo opuesto a los
factores de cohesión social, poniendo de manifiesto condiciones de desigualdad,
resentimiento, debilitamiento de normas y desintegración social que avivan el
conflicto.
»Si bien la polarización puede gestarse en un régimen de
naturaleza democrática, el peligro estriba en que la radicalización de posturas
atenta contra los valores que fundan a la democracia, pues en un ambiente polarizado
existe una perdida significativa de disposición hacia la tolerancia, el consenso,
la concordia y el pluralismo. Vemos, en cambio, cómo una sociedad polarizada
tiende a ser intransigente, impositiva y poco dispuesta a reconocer y dialogar
con quien discrepa de su parecer.
»En consecuencia, la sociedad tiende a fragmentase en
sectores radicalización que cancelan cualquier posibilidad de empatía y diálogo
con quienes representan la diferencia, con los que se alejan de la pureza
de los valores enarbolados por cada agrupación. Los códigos de convivencia civilizatorios
pierden sentido y predomina la confrontación motivada por un alto grado de fanatismo,
lo que implica la pérdida de sentido de la realidad, teniendo como eje
conductas impulsivas e irracionales».
El comunicado en donde sustentan su determinación,
FUNDEU expone: «Aplicada a la política y al ámbito ideológico, al mundo
deportivo, al debate en las plataformas digitales y, en general, a cualquier
escenario en el que sea habitual el desacuerdo, la voz polarización se ha
extendido a lo largo de 2023».
Las palabras ganadoras anteriores que reflejan el pulso social de la época fueron:
escrache (2013),
selfi (2014),
refugiado (2015),
populismo (2016),
aporofobia (2017),
microplástico (2018),
los emojis (2019),
confinamiento (2020),
vacuna (2021) e
inteligencia artificial (2022).
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