Giovanni Sartori: aprender, pensar, actuar


DAVID SANTIAGO TOVILLA

El 13 de mayo se celebró el centenario del natalicio de Giovanni Sartori, un teórico que contribuyó a la formación de generaciones de académicos, intelectuales y políticos. Una de las más brillantes mentes del siglo XX.

La mayor celebración fue la apertura de un portal especial, impulsado por su viuda: Isabella Gherardi Sartori. La recuperación de la información esencial que ameritaba desde hace tiempo está en https://www.giovannisartori.com/en/homepage-en/

Sartori fue muy productivo y apasionado con el saber. Publicó su último libro, en 2016, un año antes de su fallecimiento a los 92 años.

Sus palabras están ahí para continuar el diálogo y el pensamiento que tanta falta hace en la actualidad.

Aunque su gran aportación es el estudio de la democracia, los partidos políticos y los sistemas de representación política, uno de sus libros más populares es Homo Videns, La sociedad teledirigida.

Hacia el año 1997, el medio avasallador era la televisión. En 2016, en el volumen La carrera hacia ningún lugar, actualiza la forma y el fondo de su reflexión: «Todo el saber del Homo sapiens se desarrolla en la esfera de un mundus intelligibilis (de conceptos y de constructos mentales) que no es en modo alguno percibido por nuestros sentidos. Y lo importante es esto: la televisión invierte el progreso de lo sensible a lo inteligible y lo destruye mediante el retorno al puro y simple ver. La televisión y el mundo del Internet producen imágenes y borran conceptos, pero así atrofian nuestra capacidad de entender».

Hace 27 años, Giovanni Sartori hizo una advertencia en Homo Videns, La sociedad teledirigida: «El predominio del video hará pasar a Internet a analfabetos culturales que rápidamente olvidarán lo poco que aprendieron en la escuela y, por tanto, analfabetos culturales que matarán su tiempo libre en Internet, en compañía de almas gemelas deportivas, eróticas, o de pequeños hobbies. Para este tipo de usuario, Internet es sobre todo un espléndido modo de perder el tiempo, invirtiéndolo en futilidades».

La reflexión del intelectual italiano va orientada al efecto negativo de la comunicación audiovisual en la democracia porque la dinámica señalada en los párrafos anteriores se traduce en el empobrecimiento del aparato intelectual del ser humano: destruyen la capacidad de abstracción y análisis crítico.

Hoy puede verse cómo la mentira, el dogma y la consigna suprimen el pensamiento y guían la política desde los consumos en internet en los teléfonos celulares.

Ahí están las letras de Giovanni Sartori que invitan a pensar. Nada mejor que leerlo o volver a sus textos para comulgar con la idea de que el pensamiento debe sustentar la acción política.

Sobre todo, en tiempos cuando la realidad es sustituida por dichos y pareciera que éstos son más importantes que los hechos.

Ahora, cuando es necesario distinguir a los demócratas de los impulsores de tendencias autoritarias. Dice Giovanni Sartori en Teoría de la democracia. El debate contemporáneo: «La democracia es la no autocracia, el contrario exacto y en realidad la contradicción misma de la democracia. Esto significa que la democracia representa un sistema político caracterizado por el repudio del poder personalizado, de un poder sobre los ciudadanos que pertenece a alguien.

»El poder no es propiedad de nadie. Más específicamente, la democracia simboliza un sistema que gira en torno al principio de que nadie puede proclamarse auto gobernante, de que nadie puede detentar el poder irrevocablemente en su propio nombre.

»Precisamente porque se renuncia al principio autocrático, el axioma democrático es que el poder del hombre sobre el hombre sólo puede ser concedido por otros. A partir de ahí, los gobernantes deben ser el resultado de la elección libre, sin trabas, por parte de los que van a ser gobernados.

»Lo que equivale a decir que cuando quiera que este hecho de apoderar a otros para designarse se obstaculice o falsee la democracia habrá muerto en sus inicios. Cualquiera otra cosa que la democracia pueda ser, o deba ser, si no es ésta —la antítesis exacta de la autocracia— no es democracia».