Un vestido de arena

DAVID SANTIAGO TOVILLA

Fotografía: Getty Images

Como es la tradición, el primer lunes del mes de mayo se llevó a cabo la MET Gala.

La actividad anual se realiza para recaudar fondos en beneficio del Instituto del Vestido del Museo Metropolitano de Arte de Manhattan. Es la más trascendente congregación de diseñadores y celebridades.

La gala coincide con la apertura de una exposición que dura cinco meses en exhibición. Cada año sigue una temática. Para 2024 fue “Bellas durmientes: el despertar de la moda”. Concepto explicado por el propio Museo: «Cuando una prenda de vestir ingresa a la colección de Costume Institute, su estado cambia para siempre. Lo que alguna vez fue una parte vital de la vida de una persona es ahora una obra de arte inmóvil que ya no se puede usar, oír, tocar ni oler. Esta exposición reanima estos objetos y nos ayuda a experimentarlos como fueron concebidos originalmente: con vitalidad, dinamismo y vida.


»La exposición presenta aproximadamente 220 prendas y accesorios que abarcan cuatro siglos, todos conectados visualmente a través de temas de la naturaleza, que también sirve como metáfora de la fugacidad de la moda. Se invitará a los visitantes a oler las historias aromáticas de los sombreros con motivos florales; tocar las paredes de las galerías que estarán repujadas con los bordados de prendas selectas; y experimentar, a través de la técnica de ilusión conocida como el fantasma de Pepper, cómo la “falda cojea” restringía el paso de las mujeres a principios del siglo XX. Destacando las galerías habrá una serie de “bellas durmientes”, prendas que ya no se pueden vestir en maniquíes debido a su extrema fragilidad».

El éxito de la noche del 6 de mayo se reflejó en la infinita cantidad de fotografías y videos en portales y redes sociales de los sitios especializados de moda del mundo. Nombres, expresiones, prendas. El eco aún prevalece.

De acuerdo con los criterios personales, cada medio destaca la vestimenta, el diseñador y la modelo de su preferencia.

Sin embargo, si hay un vestido apegado a la idea conceptual de «honrar el paso del tiempo sobre piezas históricas y su convergencia con las nuevas tecnologías, así como su relación con la naturaleza» fue el confeccionado por Olivier Rousteing de la Casa Balmain.


Un vestido de arena, de un solo uso, que llevó la ascendente
cantante Tyla.

Una prenda espectacular, audaz, inigualable.

Una manufactura especial, similar al vestido escultura del que se habló en un apunte anterior.

En un proceso semejante, a Tyla le fue aplicado un molde de yeso y sobre él se trabajó para hacer una pieza a medida y forma. Los materiales empleados fueron solo organza y arena, misma que se aplicó, también, en partes de su cuerpo.

El complemento de la chica fue una bolsa de vidrio y latón con la forma de un reloj de arena.

Naturaleza y tiempo de una manera creativa, sofisticada, especial.

Una pieza distante de la extravagancia. Su impacto proviene de cómo fue concebido, con el adecuado logro visual.

Sin duda, es lo mejor de la MET Gala 2024.

Merece apreciarse y reconocerse.

Después de la pasarela, el propio diseñador tomó una decisión práctica para convertir la majestuosa obra en un minivestido para que Tyla acudiera a la fiesta posterior...