EE. UU. 2024: Artistas en campaña

DAVID SANTIAGO TOVILLA

«¡ODIO A TAYLOR SWIFT!» Así de puntual y en mayúsculas, Donald Trump escribió un mensaje en su red Truth Social. La expresión no sorprende por el personaje, porque quienes son como él suelen adjetivar, insultar, descalificar en lugar de argumentar. Lo que no debiera ocurrir es que esas expresiones se vean con normalidad.

Esa frase ha desnudado al expresidente en ser uno de los personajes mundiales que promueven una iniquidad señalada por el Diccionario de Injusticias: el discurso de odio. Los apuntes del libro dan idea de la gravedad de la confesión de Trump:

«Cuando hablamos de discurso de odio podemos pensar que se trata sólo de las palabras, pero no es así. El discurso de odio trasciende a la comunicación.

» La intención del emisor hacia el sujeto pasivo del discurso de odio es, en primer lugar, el vaciamiento de la condición de igualdad, innata en los seres humanos, hasta que halla una derrota que puede entenderse como humillación.

» En este movimiento, suelen jugar un papel preponderante la transmisión de signos o símbolos que comunican el asco y la repugnancia, contantemente intentando la deshumanización del sujeto.

» En una profundización de este sentimiento e intención, se busca la destrucción y negación de la existencia de la otredad, rechazándola, donde el discurso de odio es antesala y precursor de la violencia física».

Sí, porque la oración «¡ODIO A TAYLOR SWIFT!», enunciada como un grito al colocarse en letras altas, constituye hasta una orden para atacar a la cantante por el hecho de haber anunciado su apoyo a Kamala Harris, candidata demócrata.

Como suele ocurrir con los personajes de perfiles similares, las cuentas en redes sociales para ejecutar las filias y fobias, empezaron la difusión de todo en contra de ella.

También, como práctica de quienes buscan naturalizar la mentira como acción política, no importó que, días antes, el mismo Donald Trump difundiera una fotografía truqueada de Taylor Swift que brindaba su apoyo.

La definición de Swift fue, al mismo tiempo una reacción a ese bulo.

Los artistas suelen participar en las campañas estadounidenses. ¿Con qué efectividad? Quién sabe, pero sucede.

Otra estrella que aparece en estas elecciones fue Beyoncé quien autorizó a Kamala Harris a usar su canción Freedom como tema central de su campaña por su mensaje de resistencia y búsqueda de libertad y justicia.

Antes, Charlie CXC con un intercambio en redes dio impulso a la campaña demócrata: «Estoy feliz de ayudar a evitar que la democracia fracase para siempre».

Hasta el grupo mexicano Maná dio la nota al romper relaciones con el reguetonero Nicky Jam, quien acudió a un acto de campaña de Trump para expresarle su adhesión.

Maná y Jam hicieron una grabación en años anteriores.

Sin embargo, los mexicanos hicieron un imprevisto anuncio en sus redes sociales: «Durante los últimos 30 años Maná ha apoyado y defendido los derechos de los latinos en el mundo. No existe negocio o promoción que valga más que la dignidad de nuestra gente. Por eso, hoy Maná decidió bajar su colaboración con Nicky Jam de Pies a Cabeza de todas las plataformas digitales».

Hace unas horas, la cantante Billie Eilish y su hermano Finneas Baird O'Connell emitieron un video conjunto para convocar a los ciudadanos a registrarse para la emisión del voto y hacerlo en favor de Kamala Harris.

Una declaración sin equívocos: «No podemos permitir que los extremistas controlen nuestras vidas, libertades y futuro. La única manera de detenerlos y evitar el impacto dañino de la agenda del Proyecto 2025 es elegir a Kamala Harris».


Las elecciones serán el 5 de noviembre próximo. Aún hay mucho por ver, en proporción a la alta competitividad de las campañas.