La amiga estupenda


DAVID SANTIAGO TOVILLA

El 12 de noviembre, la plataforma Max estrenó el capítulo final de la cuarta y última temporada de la serie La amiga estupenda.

La buena noticia es que con este hecho ya es posible ver la totalidad de las cuatro temporadas de la saga sin esperar años entre una y otra. La mala es que no se encuentra en sitios alternativos por lo que debe verse en su plataforma original.

La amiga estupenda tiene el sello HBO en su desarrollo: esmero en la producción, cuidado en el guion, calidad estética en las locaciones, exigencia a los actores para representar a los personajes. De manera que, en conjunto, logren un material perdurable y una referencia.

La serie traslada al terreno audiovisual los cuatro volúmenes que integran el relato Dos amigas de Elena Ferrante. Cada libro corresponde a una temporada de la serie, en su orden: La amiga estupenda, Un mal nombre, Las deudas del cuerpo y La niña perdida.

La tetralogía es una mirada múltiple a lugares, épocas, personajes, relaciones, formaciones y diferencias sociales. Es la evolución de dos personas desde la infancia hasta la adultez. Junto a ellas la inspección del entorno en que se desarrollan.

Un trabajo inmenso de Elena Ferrante para articular todo de manera que la narración fluya y el lector no se detenga en lo accesorio sino en las acciones humanas. Su fuerza está en la capacidad para sorprender con las decisiones de unos y otros.

 

No es una obra para complacer a nadie ni para divertir con una agradable historia. Se trata de la exposición del comportamiento humano que no siempre es ético porque tiene un sustento subjetivo, a veces contradictorio y exasperante.

Al tiempo de exponer la relación entre Lila y Elena, la autora construye una gama de personajes, vinculados por relaciones familiares y vecinales. A través de ellos se apunta sobre el mundo que fue y es a pesar del cambio generacional: la familia prestamista, el poder del dinero, la venta y consumo de sustancias ilícitas, el líder popular convertido en tal por una circunstancia no por una convicción, los militantes que pueden hasta asesinar por una idea. Una variedad de perfiles bien integrados a la historia general.

 

Desde luego, las pasiones tienen un lugar destacado: el amor equivocado, el cariño indeclinable, los celos desacertados, la mentira compulsiva, las opiniones acomodaticias y posadas para conseguir algo, la renuncia a todo para seguir un espejismo.

Para satisfacción de todos, el trabajo audiovisual está a la altura del texto original. No pierde su esencia y sentido de interrogar sobre las actuaciones humanas en determinadas circunstancias. Un gran logro frente a la vastedad narrativa de Dos amigas. La serie La amiga estupenda es más que recomendable: necesaria para conocer un planteamiento diferente a lo que inunda el mercado de los contenidos en línea.

Tal vez porque Elena Ferrante es congruente, sistemática, persistente en lo que busca como escritora. Esa búsqueda que está expuesta en su colección de artículos para The Guardian, agrupados en el título La invención ocasional:

«Me gusta la escritura que adopta una especie de estética de la reticencia, la escritura que sugiere, la escritura que alude.

«Escribo con más dedicación cuando cavo hondo en situaciones y sentimientos, diría que casi manidos, para sacar a la luz todo aquello que, por costumbre, por vivir en paz, tendemos a callarnos.

«No me interesa escribir algo jamás escrito. Me interesa lo corriente o, mejor aún, aquello que para nuestra tranquilidad hemos embutido en el uniforme de lo corriente. Me interesa para hurgar en su interior, para ponerlo patas arriba, para no callar nada.

«Sigo pensando que cuando nos atribuimos de modo más o menos arbitrario la tarea de contar no debemos preocuparnos por la serenidad de quien nos lee, sino solo por construir ficciones que ayuden a contemplar la condición humana sin demasiados filtros.

«Nos enamoramos de un texto incluso por la forma en que inadvertidamente nos instruye, es decir, por la riqueza de las experiencias vivas y auténticas que pasan directamente de quien escribe a la vida de quien lee.

«Entre los deberes de un texto está el de instruir. El talento lingüístico individual actúa como una tupida red que atrapa experiencias cotidianas, las manipula por medio de la fantasía y entretanto las conecta a las cuestiones fundamentales de la condición humana. Así pues, el estilo lo es todo, pero en el sentido de que cuanto más poderoso es, más lleva en sí mismo material para dar lecciones generales de vida».

Esa es Elena Ferrante, una de las autoras imprescindible del siglo XXI.

En este blog hay un texto anterior a propósito del estreno de la película La hija oscura, también basada en otro de sus libros.